Bob Dylan presenta ‘Murder Most Foul’, un digno tema para musicalizar la crisis que nos encierra como humanidad

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Documental Don t look back Bob Dylan

A través de su cuenta de Twitter, el músico, compositor, cantante y poeta estadounidense Robert Allen Zimmerman – mejor conocido como Bob Dylan – publicó el siguiente mensaje: “Gracias a mis seguidores por su apoyo y lealtad durante todos estos años. Esta es una canción inédita que grabamos hace un tiempo y que les puede resultar interesante. Manténganse a salvo, manténganse atentos y que Dios esté con ustedes”. El histórico premio Nobel de Literatura nos desea lo mejor, mientras publica lo que podría ser uno de los mejores trabajos musicales de su carrera artística. 

Murder Most Foul”, la nueva pieza original de Dylan, ofrecida luego de ocho años en silencio desde su álbum Tempest (2012). El tema posee 1,376 palabras, distribuidas en un lapso de casi 17 minutos. Con un aura celestial, las teclas del piano se sueltan como un atleta calentando antes de la última prueba, una prueba que lo llevará a un sólo lugar y sólo uno: la gloria. La quebrada voz de Dylan, mutilada por tiempo y pasión, abre relatando el trágico asesinato de John F. Kennedy. “It was a dark day in Dallas, November ’63/A day that will live in infamy/President Kennedy was a-ridin’ high/Good day to be livin’ and a good day to die”, aunque el cantautor siembre la atmósfera de un hecho que retumbó en la historia estadounidense, parece que la letra se moldea a la perfección con la situación actual en el mundo; en sus fracturadas palabras, es un buen día para vivir y un buen día para morir. 

El segundo verso abre con la frase “Hush, little children, you’ll understand/The Beatles are comin’, they’re gonna hold your hand (Silencio, pequeños niños, algún día lo entenderán, Los Beatles ya vienen y tomarán tu mano)”. Así es como Robert Allen Zimmerman asemeja la iluminación dentro de la oscura catástrofe, la música nos tomará a todos hacia la salvación; esta vez no serán Lennon, McCartney, Harrisson y Starr quienes nos arroparán antes del final, sino Bob Dylan. 

Alargándose por otros cuantos versos, el tono de la canción es monótono; un piano descubriendo su camino con el paso del tempo, junto a divinos violines que le murmuran el sendero por tomar, decorando la ronca y cansada melodía de las palabras. No es una canción, es un poema acompañado con música. Aunque el genio Robert quizás no tenía esa intención cuando compuso el tema, es el soundtrack perfecto para escuchar mientras se nos acaba el mundo, si es que este es el fin último.