Uziel Medina Mejorada
Como cuando estás escuchando baladas en tu plataforma de música streaming y de pronto la reproducción se interrumpe al compás de “O Fortuna” (Carmina Burana). Así fue la aparición del COVID-19 en la ya de por sí débil globalidad. El Coronavirus saltó a escena justo en medio de las arias de la guerra económica que han estado librando Estados Unidos y China y que han afectando el curso de la economía mundial, transitando a un nuevo orden donde se pelean esferas de influencia.
El Siglo XXI ha sido muy convulso desde su inicio, el agotamiento de la globalización comenzó a gestarse con el espectáculo del terrorismo global que tuvo como objetivo más simbólico el ataque a las Torres Gemelas en 2001. No había sido superada la tensión mundial por la guerra contra el terrorismo cuando, en 2008, el colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos dio lugar a una crisis financiera mundial como no se veía desde 1929. La irrupción del Coronavirus ha aumentado la incertidumbre en la gobernanza global, dado que, la híper-conexión mundial ha hecho posible (como se vio en 2009 con la Influenza A H1N1) la rápida propagación viral alrededor del mundo, lo cual ha tenido un impacto en la salud, pero también en la economía y las finanzas.
La incertidumbre que ha generado el asalto del COVID-19 ha golpeado en los mercados, obligando el cese de bolsas tras caídas que fueron del orden del 9 hasta 16 por ciento, desde Nueva York hasta Milán. El impacto de la pandemia podría significar hasta 2 billones de dólares para 2020 y arrastrará a las aerolíneas hacia la quiebra, mismas que no han podido recuperarse desde los atentados del 9/11 y que también sufrieron afectaciones en 2008. De acuerdo a la IATA, la propagación del virus implicará pérdidas de hasta 113,000 millones de dórales. Este escenario se añade al pujante esfuerzo de sustituir los hubs por un modelo de ruta delgada, por lo que, dicho sea de paso, el proyecto de Texcoco hoy por hoy se vuelve a mostrar como inviable.
Pero no es todo lo que el Coronavirus ha puesto en la mesa, también exhibe la vulnerabilidad de las economías en función de la proporción demográfica. Mientras que China registró más de 81,129 casos de infección por el virus y alcanzó las 3,241 defunciones, el impacto de las muertes en proporción de la población es de 0.23 por cada 100 mil habitantes, mientras que en Italia, segundo epicentro de la pandemia, se han registrado 31,506 casos, de los cuales 2,503 personas han fallecido, siendo una tasa de 4 por cada 100 mil. Estas cifras no son cosa menor, el factor demográfico será determinante en la nueva configuración económica mundial, donde el G7 de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Canadá y Japón, se encamina a ser superados por Rusia, China, India, Brasil, México, Indonesia y Turquía.
El desarrollo de la pandemia ha demostrado cuán vulnerable es la aldea global y cuán poco preparados están los gobiernos de cada país para enfrentar una crisis sanitaria de escala mayor, donde la narrativa de la bioguerra podría ser al Siglo XXI lo que las armas nucleares al Siglo XX.
El cierre de fronteras por el COVID-19 podría reforzar los discursos sobre migración, replantear el aislacionismo y ser el último peldaño para el auge de los nacionalismos en la crisis de la globalidad.