Por Yoshio Lara
Escribir sobre el mentadísimo “CoVid-19”, o simplemente “Coronavirus” pa’ los cuates no era algo que yo tuviera en mente hoy. Sinceramente mi intención era escribir algo meramente chusco para que, por lo menos por unos minutos, saliera de nuestra mente todo lo relacionado a esta pandemia y sus lamentables consecuencias. Pero, desafortunadamente, hay una arista de todo esto que me preocupa en demasía.
Por eso, solo por eso, tocaré algo relacionado – poco- pero a fin de cuentas relacionado con el tema.
En la cabeza de todos aquellos que tenemos un salario seguro cada fin de quincena o mes, siendo muy cínicos, suena bastante bien el hecho de tener – por lo menos- un mes aislados en casa. Ya sea trabajando a distancia, o incluso sin trabajar. Todo esto científicamente basado en la crisis sanitaria que vivimos hoy en día. Pero, creo que no nos hemos puesto a pensar en aquellos que no tienen esa fortuna.
Y no es necesario irnos a las cifras y los números que tanto les gusta usar a las personas para gritarlo a los cuatro vientos, sin a veces entender el trasfondo de los mismos. Cada que salimos a la calle, la desigualdad está ahí. No es necesario leer datos en un estudio para saber que esta existe y convivimos de manera «casi natural» con ella todos los días.
Hay gente que, les informo, vive al día. Gente que no cuenta con una tarjeta en la cual le depositen su sueldo cada quincena, mucho menos firman un cheque. Gente que vive de lo que vende día a día. O esa gente que ejerce oficios que muchas veces son fluctuantes. Ante esto, es necesario hacer una pregunta básica, pero obligada, ¿ustedes creen realmente que una persona así va a PODER respetar el aislamiento? Para ellos es elegir entre mantenerse en cuarentena o comer. Muchos de ellos son los que están en la cifra de los 30 millones de personas que conforman la economía informal.
Quien pide que todas las personas respeten el confinamiento domiciliario demuestra que se habla desde el privilegio. No podemos pedir que todas las personas se mantengan fuera de sus actividades, porque esto implica dejarlas sin el sustento para ellos y para sus familias. La pobreza no te da permiso para estar en cuarentena.
Quienes piden que se cierren los aeropuertos y tomar medidas que paralicen la economía, claramente no son conscientes de la realidad que vivimos en el país. Quienes no sufren la carencia, creen que es fácil dejar de trabajar unos días. El día que dejemos de pensar que la experiencia personal nunca es igual a la colectiva habremos avanzado como sociedad.
Hay que ser empáticos. Sé que la situación de emergencia que vivimos nos preocupa y nos lastima, pero hay que entender que hay otros que la pasan peor que nosotros. Empatía, le dicen. No hay razón para pedir medidas que – en el momento que escribo esto- aún son innecesarias, ya que solo afectarían a los más necesitados.
El alarmismo puede dañar la vida de miles de personas. Desafortunadamente, este proviene de sectores que abiertamente están en contra de las personas que están al frente del Gobierno de México. Hay que tomar las cosas de quien vienen.
Es lamentable que se hable desde el privilegio y una posición de golpeteo político, cuando esta situación que ha costado miles de vidas en todo el globo. Es lamentable que se ocupe para sacar raja política y promover la división de un pueblo que, en este tipo de crisis, debe estar unido.