Por Arantxa Ramírez.
Este 29 de abril se celebra el aniversario luctuoso número 40 del cineasta Alfred Hitchcock. Nació el 13 de agosto de 1899 en Leytonstone, Londres. Cuando era niño, asistió al colegios jesuitas y era reconocido dentro de la escuela por la disciplina ya inculcada en casa por su padre, pero recuerda esos años con amargura. El realizador reconoció que fueron esenciales para la producción de sus obras:
“Si han sido educados en los jesuitas como yo lo fui, estos elementos tienen importancia. Yo me sentía aterrorizado por la policía, por los padres jesuitas, por el castigo físico, por un montón de cosas. Éstas son las raíces de mi trabajo.”
Fue en el colegio de San Ignacio donde comenzó a intrigarse por el sentimiento de culpa, mismo que relacionó con lo macabro, ya que empezó a visitar el museo negro de Scotland Yard para contemplar las reliquias que contenía. También tuvo influencia de los casos de asesinato a los que estuvo expuesto en el Tribunal Judicial de Londres e intentaba crear notas al estilo de Dickens al ser uno de sus escritores favoritos.
En 1913, abandonó la escuela y tomó cursos de dibujo en la sección de Bellas Artes en la Universidad de Londres; en sus ratos de ocio se interesó por el cine que tenía bastante importancia en esa época para Londres.
“Es muy probable que fuera por la impresión que me causaron las historias de Poe por lo que me dediqué a rodar películas de suspense. No quiero parecer inmodesto, pero no puedo evitar comparar lo que he intentado poner en mis filmes con lo que Poe puso en sus narraciones”, declaró el director de cine.
La magia de Hitcock recae en que nunca creyó en lo ordinario. El maestro del suspenso buscaba la intriga y, al ser tan minucioso y perfeccionista, logró darle vida a las historias que habitaban en su mente.
Primero se dedicó a diseñar títulos para películas mudas, saltó a ser jefe del mismo departamento y más tarde trabajó de la mano de guionistas y directores. No pasó mucho cuando ya realizaba la producción de la película anglo-alemana, The Pleasure Garden (1925).
Su labor como director inició en la película Chantaje (1929), reconocida por la innovación en la parte de sonido y efectos especiales. Aunque el reconocimiento internacional lo alcanzó con el filme The Man Who Knew Too Much (1934), la historia de suspenso que habla sobre una pareja en una situación inesperada.
Hollywood captó la atención de Hitchcock debido a la producción con la que contaban sus películas a comparación de las cintas caseras, así que se asoció y realizó su primera película con Hollywood, Rebecca (1940). La historia contiene suspenso psicológico y le da su primer Premio de la Academia. Tiempo después, fue nominado al Oscar como mejor director.
Su ingenió le dio el título de leyenda, ya que la producción de largometrajes era impresionante; uno tras otro, brotaron los espeluznantes relatos. Hitchcock logró que sus películas fueran atemporales, como Psycho (1960), obra maestra que no tiene igual.
Hitchock no sólo contaba con un talento incalculable, sino que intentaba que su trabajo fuera impecable. Incluso declaró que cuando terminaba un guión, prefería no hacer la película, ya que, al tener una mente tan visual, tenía muy claro que quería ver y quería que fuera exactamente como él ya lo había imaginado.
“Escribo todo esto con el mayor detalle en el guión, y luego no miro el guión mientras lo estoy filmando. Lo sé de memoria, así como un director de orquesta no necesita mirar la partitura… Cuando terminas el guión la película es perfecta. Pero al dispararlo, pierde quizás, el 40 por ciento de su concepción original.”
Su talento y disciplina lo han convertido en el titán del cine de suspenso, aun presente e importante en el medio cinematográfico.