Por Arantxa Ramírez.
Nacida en Lancashire, Inglaterra, el 6 de abril de 1917, en una familia donde la clase social y la manera de desenvolverse en ella era lo principal; creció con cuatro hermanos donde se creó una educación distinta para ella, por el hecho de ser mujer. El padre de Leonora esperaba que encontrara un esposo para tener un futuro prometedor dentro de dicha clase.
Por otro lado, su madre Maureen Moorhead, su abuela y su nana enseñaron a la artista sobre la cultura y mitos celtas, junto con las raíces que tenían al ser irlandesas.
“Si los dioses existen, no creo que tengan forma humana: prefiero visualizar deidades con la apariencia de cebras, gatos o aves. El amor guía todas estas especies: solo el hombre hace del Mal una deidad con sus guerras, su puritanismo, sus opresiones contra su misma especie y la naturaleza que lo rodea. El hombre se cree el rey de la tierra porque ha tenido el poder de destruir plantas, animales y a sí mismo.” – Leonora Carrington
Fue en 1930 cuando empezó a formar parte de los artistas surrealistas destacados de la época, convivió con Andre Bretón, Salvador Dalí, Joán Miró, Man Ray, Pablo Picasso, Lee Miller y Luis Buñuel. Posteriormente, ingresó a la academia de Arte de Ozenfant en 1936 con 20 años, y en 1937 conoce al artista alemán Marx Ernst, con quien, años después, mantendría una relación.
Carrington no sólo tuvo que atravesar una educación en lo que no se sentía parte, sino una separación de su pareja Max Ernst debido a la guerra y posteriormente que se le internara en el hospital psiquiátrico de Santander, España, por los estragos que le causó dicha separación y su causa. Es hasta 1941 donde escapa del hospital psiquiátrico y huye a Nueva York con el poeta y diplomático Renato Leduc, con el que contrae matrimonio.
Es para 1941 cuando finalmente la artista llega a México; poco tiempo después se divorcia y empieza a escribir Memorias de Abajo, libro escrito en francés que narra los días de confinamiento, los métodos a los que fue sometida, el camino que atravesó a la locura, la recuperación y lo vivido que será reflejado en su material artístico.
“Una época incomprensible de vejaciones y campos de concentración llevó a Leonora a escribir Memorias de abajo, la memoria del encierro y el odio, la memoria de lo que significa ensañarse contra el amor” comenta la autora del prólogo, Elena Poniatowska.
Carrington desarrolla su potencial artístico en México. Se casa con el fotógrafo Emerico Chiqui Weisz y tiene dos hijos, quienes empiezan a formar parte de su obra, que contenía la cultura celta ya antes mencionada, magia, alquimia, tarot y cuentos de hadas. Pareciera que la artista crea otra realidad en sus pinturas para escapar del pasado que la acechaba, pero es todo lo contrario, son el reflejo de su vida y mente, de su mundo “personal, íntimo y subjetivo”, así lo describe Mónica Saucedo y a esto le sumó la vida mágica que ya se tenía en México con sus distintas culturas.
Entre sus múltiples trabajos, la artista crea la obra Mujeres de conciencia, que tiene como tema la expulsión del paraíso de la religión judeo- cristiana; las imágenes que podemos encontrar en esta obra son dos mujeres intercambiando los frutos del conocimiento. En entrevistas, Carrington habla de las dificultades de ser mujer dentro de una familia de varones y en el ámbito artístico; se cuestionó el porqué la mujer se consideraba inferior.
Carrington pasó el resto de su vida en México, al final se estableció en la capital; continuó su trabajo como artista, dedicándose a la escultura, y falleció a los 94 años el 25 de mayo por una pulmonía.
Actualmente, ya cuenta con un museo propio en San Luis Potosí. Produjo pintura, escultura, grabado, textil, joyería; escribió dramaturgia, novela, y cuento. No cabe duda que es una de las artistas más importantes en México, aunque adquirió la nacionalidad, no olvidó de donde venía, ni sus raíces, pero nos hizo parte de ellas con las obras que ahora conocemos.