¿Estás estudiando un posgrado en línea? Seguro es patito. Te apuesto a que no tiene rigor curricular. No aprendes nada. Ni revisan las tareas. Me siento solo mientras estudio.
¿Alguno de mis tres lectores, ubica estas frases? Tal vez hemos sido protagonistas de ellas o sólo las hemos escuchado por ahí. Pero son reales. Todavía hace algunos años, en los inicios del nuevo siglo, la educación a distancia se enfocaba en buscar algún incauto que tenía largas jornadas laborales, pero quería tener una nueva carrera o especialidad o iban por las amas de casa, que por mil razones no habian concluido sus estudios y sorteaban las actividades del hogar con la escuela. Pero hay que decirlo, eran pocos los que finalmente se enamoraban de un programa a distancia.
¿Razones? Existen muchas, una de ellas es justo el acceso al internet, algunos lo ven como un obstáculo y es que: ¿cuántos habitantes tienen acceso y que además puedan pagar el servicio para mantenerse conectado por lo menos una hora diaria? Ahora bien, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) afirma que hay 42.3 millones de mexicanos con una computadora y 37.6 millones con acceso a internet, traducidos en 6.9 millones de hogares, incluyendo a los usuarios que tienen un teléfono celular o similares. Los que hemos tenido la fortuna de ser docentes y tambien alumnos en esta modalidad; sabemos que uno de los principales problemas, es la concentración para un periodo largo, en muchos de los casos a un monólogo, a una diapositiva que, en ocasiones dura más tiempo en pantalla. Enfocarse en el tema, ausentarse de lo que ocurre en el exterior de la oficina, de la casa, del ladrido del perro, la llegada del cartero, y muchos etcéteras. Recuerdo hasta con nostalgia la frase de mis compañeros y maestros en mis asesorías en línea, siempre que nos conectábamos:
¿Me escuchan? ¿Me escuchan? Una y otra vez, hasta que se hizo parte de las bromas fuera de clase.
Más allá de los datos que cada quien tenga; poco a poco, la educación a distancia ha llegado a más escenarios, pero en muchos de los casos, hay que decirlo: “en un segundo plano” sobre todo a la hora de elegir una carrera o una actualización.
Bajo este escenario, llega a nuestro país una pandemia que ordena a todo el sector educativo a dejar las aulas y empujar en muchos de los casos, a instituciones educativas, al terreno de la improvisación. Si, basta echar una mirada a las escuelas particulares, ¿cuántas de ellas, que usteden conocen, tienen una plataforma para estudiar en línea, como herramienta secundaria para el aprendizaje? ¿Cuántas de ellas, han capacitado a su personal para ello? Los números pueden ser demoledores. El escenario es complicado, por si fuera poco: en México sólo 10 por ciento de los docentes de primaria y secundaria están calificados para enseñar a través de la tecnología, según el informe de Las TIC en la Educación en América Latina y el Caribe 2013”, de la UNESCO
¿Pero, qué pasa con los alumnos? Ayer por la mañana, recordaba una plática con una de mis amigas, donde se quejaba amargamente de que ella, “nomás no podía concentrarse en clase, con tanto ruido en su casa”. La interrogante es si los alumnos están preparados para recibir el estudio en casa, ¡Tan acostumbrados a los espacios exclusivos de nuestras escuelas! Ahora tenemos a prueba nuestras habilidades socioemocionales, la paciencia, el respeto al espacio, los horarios compartidos.
Ahora la responsabilidad de guiar, conducir y vigilar el proceso de aprendizaje recae absolutamente en los padres de los estudiantes pequeños; del joven de bachillerato o de profesional, cada uno en su entorno. Por otro lado, los padres de familia tienen que asimilar que sus pequeños y grandes, se quedarán en sus hogares un tiempo extendido y que, mientras dure la cuarentena, sus hijos no podrán tener el apoyo y la asesoría de sus maestros. La educación como tal, invariablemente debe dar respuesta a las necesidades del entorno y hoy estamos aprendiendo que ninguna herramienta, que favorezca el estudio, es de menor valía y es imperativo impulsar acciones para mejorar las plataformas educativas, de propiciar la igualdad al acceso de servicios tecnológicos en las comunidades índigenas y más apartadas de nuestro país.
Son momentos de cambio en los procesos de enseñanza aprendizaje, tiempos de cambio en la recepción del conocimiento. En este momento en el que están clausuradas las muestras de cariño con abrazos y besos, precisamos expulsar el maltrato y emplear la ocasión para que los padres de familia dialoguen y coincidan en temas positivos con sus hijos. Puede ser un gran momento que ofrece la vida y ojalá la empleen para darles seguridad, jugar con ellos y señalarles en qué han progresado.
Las de chile seco
Habrá que cuidar nuestros espacios. Sobre todo, el de las niñas. La violencia y el abuso, podría repuntar en una época de aislamiento y hacinamiento en casa como el que todos estamos inmersos.