Por Anahí Lima.
La última semana se dio a conocer la historia del trabajo de la asociación Casa de las Muñecas Tiresias, un colectivo transgénero que actualmente brinda apoyo a personas en situación de calle de la CDMX. Este sector, olvidado a pesar de su tamaño, se enfrenta a la parte más dura de la epidemia. El miedo al contagio y la notable disminución en el tránsito de personas de la capital reduce significativamente los apoyos que se reciben en las calles. Como respuesta, la asociación ahora reparte comida en distintos puntos de la ciudad para los grupos más vulnerables: personas en situación de calle, trabajadoras sexuales, personas con VIH o con problemas de abuso de sustancias, entre otras. Al ser entrevistada, la directora de la Casa de las Muñecas Tiresias, Kenya Cuevas, dejó claro que esta decisión viene desde la empatía, pues ella misma ha sufrido de alguna de estas situaciones desfavorables en algún punto de su vida. Las enseñanzas que nos deja una decisión tan sencilla como la que tomó este colectivo trans son muy valiosas.
Las vulnerabilidades aumentan de forma exponencial
La noción básica de la interseccionalidad señala que las categorías sociales subordinadas bajo sistemas de opresión se manifiestan en múltiples niveles y muchas veces de forma simultánea. Testimonios como el de Kenya Cuevas reflejan esta condición de manera clara. La comunidad trans no sólo es víctima de discriminación por cuestiones de género y sexualidad, pues se trata únicamente del detonante de otras violencias, tales como las que sufren las trabajadoras sexuales, el desarrollo de enfermedades de transmisión sexual, abuso de sustancias, pobreza, etc. La agenda Suma por la Igualdad (2018) enlista las condiciones reconocidas por la legislación en materia de discriminación que representan los grupos más vulnerables de la población:
- Mujeres
- Niñas y niños
- Jóvenes
- Personas adultas mayores
- Personas con discapacidad
- Personas, pueblos y comunidades indígenas
- Población LGBTTTIQ+
- Personas en situación de calle
- Personas en situación de pobreza o de vulnerabilidad económica
- Personas migrantes, refugiadas y solicitantes de asilo
- Personas víctimas de trata o de explotación sexual
Bajo este esquema, es la mayor parte de la población la que se encuentra en alguna situación de vulnerabilidad, y aún más grande la que acumula dos o más. Solamente un sector muy pequeño y con particularidades limitadas es el que vive libre de riesgo de sufrir cuestiones relacionadas con la discriminación y desigualdad social.
Tenemos más similitudes que diferencias
No es necesario verse igual que el otro, estar relacionados o vivir en la misma calle para comprender la complejidad de los retos a los que se enfrenta. Basta con poner atención a nuestras propias vivencias para generar la empatía que tanto necesitamos en momentos de incertidumbre. Es normal que las primeras personas que cuidamos y procuramos son aquellas más cercanas a nuestro grupo, pues las similitudes más evidentes a nuestra identidad nos generan confianza; sin embargo, compartimos semejanzas más allá de lo obvio. Puede que las experiencias no sean las mismas, pero las emociones generadas a partir de ellas lo son. Formando parte de una misma especie, la humana, pues asumir ajenidad en su totalidad es una cuestión de ego y una decisión consciente.
Las ciudadanía es la primera línea de resistencia
En sus distintos sectores, la ciudadanía es la primera que se ve afectada por las crisis, pero también es la primera en responder a ellas. Las redes de apoyo con mayor movilización actualmente surgen como iniciativas por parte de la sociedad civil, que hacen uso de sus recursos sin disposición de esperar una respuesta del gobierno, muchas veces tardía. La Casa de las Muñecas Tiresias trabaja en conjunto con donadores voluntarios, invitándoles a repartir la comida con el colectivo con el fin de conocer los resultados de su esfuerzo, así como a las personas que se ven beneficiadas por este proyecto.