Casa Luis Barragán: un espacio que irradia

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Foto por Sofía Rivera

Por M. Tuda

Una casa infranqueable, treinta metros de longitud en su frente. Un volumen que no nos dice nada, en el cual un gran fresno reposa su sombra, con la intención de entrar. Una calle cerrada sin ningún señalamiento, el camión de la basura separando plástico y papel frente a la puerta número 14. Una vecindad con un portón amarillo y un mural geométrico al final de la calle. A pesar de las campanas y los automóviles cruzando por una avenida cercana, hay un lugar que no se inmute, un reino del silencio, el cual, emerge del suelo. Cruda como ella sola, sostiene la mirada y calla.

A través de sus espacios de constante contraste, llenos de luz o ausentes de ella, cromáticos o acromáticos, amplios o reducidos. Barragán conduce en un recorrido introduciéndonos al pasado sin dejar a un lado la vida de un hombre, aunque nostálgico, indiscutiblemente moderno.

Foto por Román M. de Castro

Son muy conocidas en fotografías y videos los colores de Luis Barragán, desde el rosa empleado en el vestíbulo de su propia casa y en la cuadra de San Cristóbal, los amarrillos de su estudio o en el famoso pasillo de Casa Gilardi, sus verdes empleados sólo por el jardín, de igual forma es bien conocido por su empleo de una potente o íntima luz natural, la cual no sólo da vida, sino transforma el espacio.

¿Pero qué pasa de noche? Uno de los grandes problemas de la sociedad moderna como lo hemos tratado de hacer en uno de los textos anteriores, es tratar de extender el día, ver la noche como ampliación de luz, en vez de una situación de reposo. Creemos que la gran arquitectura es la que entiende el día como día y la noche como noche; contrastes.

Si bien podemos denominar a Barragán como el maestro de la luz, el color y los jardines, no hay que poner a un lado su magnífico dominio de la atmósfera a través de los contrastes.

La casa Luis Barragán: el verdadero mago del secreto íntimo (así nombrado por Pallasmaa) nos invita este sábado a las 8:15 pm vía Instagram a redescubrir el encanto que tienen las sombras en su propia casa, los objetos bajo la luz del pasado, estas atmósferas contrastantes, que nos invitan a la reflexión y a la comunión con uno mismo.

Quédenos en casa para conocer otra casa, para a través de las imágenes, poder encontrar paz y la reconciliación con la noche creadora.