Por Arantxa Ramírez.
El 26 de mayo de 1897, Bram Stoker le daba una nueva visión al vampirismo y Drácula despertaba de un largo sueño. La historia del conde vampiro de Transilvania fue construida con cartas, diarios y leyendas. El autor creó a un personaje que le coquetea a la muerte estando en “vida”.
Esta obra se mantuvo en los primeros lugares de Best Sellers editoriales en el siglo XX y sirvió de inspiración para muchos filmes que contaron historias de estas elegantes criaturas.
El autor de Drácula tuvo una infancia inusual, ya que pasó muchos años sin caminar debido a una enfermedad. Los años en cama lo alimentaron de libros e historias de su comunidad que a su vez dieron paso a las nuevas creaciones. Stoker se graduó en ciencias, pero tenía gusto por las artes escénicas, incluso llegó a redactar algunas criticas en The Evening Mail. Posteriormente escribiría relatos cortos hasta llegar a novelas como la que hoy cumple años.
Drácula se mantiene vigente como lectura y como parte de la cultura popular. Stoker escribió a un vampiro que serviría como base para construir miles de historias y personajes nuevos.
Sin embargo, el conde no fue creado de la nada. Existieron otros antes que él, como Vlad Tepes, el príncipe de Rumania, quien castigaba a sus enemigos empalándolos. Dicha crueldad y el misterio de la desaparición de su tumba sirvió de inspiración para el escritor.
Drácula se ha convertido en una de las obras más grandes de la literatura, siendo una de las pioneras en el género de terror.