Conforme pasa el tiempo en cuarentena, con más frecuencia recurro a los pensamientos sobre la vida después de la pandemia. Muchísimas personas han estructurado planes en su cabeza: los lugares que van a visitar, las fiestas a las que van a asistir, los conciertos a los que van a ir, los restaurantes en los que van a comer y todos los planes sempiternamente postergados, que ahora sí, una vez termine el confinamiento, van a cumplir.
Sin embargo, yo identifico un error de cálculo: creer que vamos a volver a lo que teníamos antes de que esto iniciara, planear sobre el funcionamiento pasado de las cosas. Cuando empezaron a correr las noticias del coronavirus y el peligro que representaba, siempre me lo tomé muy en serio. Era la típica del grupo de WhatsApp que salía a responder a esa persona que decía “estamos cayendo en histeria colectiva, es una simple gripe”, por allá en febrero, que parece un tiempo tan lejano.
Esos mismos que nos juzgaban de alarmistas a los precavidos, empezaron a cambiar de actitud, una vez fue cancelada la NBA y Trump declaró la prohibición de vuelos con Europa.
En Venezuela los Blackberry fueron equipos muy famosos, tener o no tener BBPIN definía tu lugar en la escala social y aquel que se mantenía enviando mensajes de textos era visto con malos ojos. La locura de estos Smartphone llegó a mi colegio y claramente tuve más de uno, pero cuando empezaron a salir las versiones táctiles de pantalla completa (el BlackBerry Storm), recuerdo que un amigo lo quería con todas sus fuerzas y yo le preguntaba qué necesidad tenía él de usar un celular táctil, que el teclado qwerty estaba perfecto para mí y que yo solo iba a usar un teléfono táctil si las condiciones me obligaban, supongo que se imaginarán el final de esta historia.
Siento que la cuarentena también nos va a empujar a cambiar de opinión sobre las cosas a las que nos habíamos negado ¿cuántas personas se están volviendo veganas o vegetarianas en lo que transcurre este tiempo pensando que la población mundial está mermando por una exótica sopa de murciélago? Me encantaría saber qué está pasando por la mente de los antivacunas ahora mismo, y en especial, qué van a hacer una vez hayamos conseguido la que nos vuelva inmune al COVID-19. ¿Cómo estarán celebrando los ambientalistas la reducción en la producción del CO2 en las grandes ciudades, la desaparición de la calima, del smog y el avistamiento de animales marinos a las orillas de las playas en nuestra ausencia?
Por otra parte, mientras miles de empresas están yéndose a la quiebra, Netflix incrementó sus ganancias en cientos de millones, los criticados ermitaños freelancer están surfeando el encierro mejor que los que están acostumbrados a los trabajos tradicionales y el trabajo a distancia, tan odiado por muchos patrones, está salvando el pellejo de muchas empresas ¿qué nos espera al salir de esto?
El confinamiento por el Coronavirus nos pilló con internet, servicios de streaming, puestos laborales perfectamente desarrollables a la distancia y plataformas de videoconferencias al alcance de muchas personas. Yo, por ejemplo, toda mi vida me negué a pagar un curso de inglés on-line, siempre me gustó más el concepto medieval de salón de clases y ahora, me encuentro levantándome a las 6:00am para tomar mis lecciones vía Zoom.
Cuando estudié psicología, nos mostraron los avances que tuvo la profesión con pruebas en humanos, utilizando métodos cuestionables de respeto a los DDHH, luego los trabajos en animales y su posterior prohibición por un tema de derechos también para ellos ¿qué estarán pensando las personas que defiende los derechos de los animales ahora que estamos haciendo pruebas con monos? ¿Podrían olvidarse de ellos en beneficio de la raza humana? Creo que la duda se disipa sola.
Un amigo abogado mexicano, que trabajaba en una clínica jurídica que defiende y hace valerlos DDHH de los migrantes y desplazados en México, que es además una persona con altos valores, es acérrimo fan de la corrida de toros. Ante mi pregunta sobre lo que yo creía como una contradicción, él me dio su punto de vista sobre la diferencia entre nosotros y los animales ¿la estarán viendo ahora los demás? (Quiero aclarar que estoy en contra de la tauromaquia, pero no es la discusión que nos ocupa).
Pareciera que estamos en frente de una purga, de un proceso de selección natural, en donde están sobreviviendo los más fuertes, los que tienen más recursos, lo más aptos. En la carrera por la búsqueda de la cura se están quedando atrás muchos de nosotros y las personas están tomando decisiones en función de la propia supervivencia. El que sale a trabajar y usa transporte público en esta contingencia, está tratando de sobrevivir tanto, como el que se está quedando en su casa esperando el milagro de la vacuna antes de que se acabe el año.
Hasta ahora, el mes y medio que llevo en cuarentena no me ha hecho perder la cabeza, pero me hace pensar que vivir así por mucho tiempo es inviable y que así como salimos a la calle a exponernos a la delincuencia (lo hice muchos años viviendo en Caracas, donde sales con celular y puedesregresar sin él), si no encontramos pronto una solución para volver a la “normalidad” que conocemos, quiero creer que vamos a construir una nueva y volveremos a encontrarnos así sea con Susana Distancia. Estoy expectante.