La pandemia de coronavirus no ha sesgado a los estafadores en América Latina. Mientras cientos de miles de personas enferman y otros miles desfallecen, la corrupción late fuerte y claro en un continente donde los cimientos políticos han estado envenenados desde hace mucho tiempo.
Desde los Andes, hasta las costas de Panamá, funcionarios públicos han dejado sus asientos debido a recientes reportes sobre la compra fraudulenta de mascarillas, respiradores y demás insumos médicos. Los precios reflejados se han hinchado por los fabricantes y así los principales beneficiarios han sido los intermediarios políticos, quienes consideran que la crisis es la coartada perfecta para desviar fondos hacia sus hondos bolsillos.
El ex fiscal peruano, José Ugaz, quien encarceló al ex presidente Alberto Fujimori y estuvo al mano de Transparencia Internacional entre 2014 y 2017, mencionó que “donde hay necesidad extrema, eso trae que se flexibilizan las normas de gastos y siempre hay alguien ahí buscando lucrarse a través de la corrupción”.
América Latina ha concentrado focos de infección considerables. Las cifras mortuorias repuntan, los hospitales se saturan y la economía se ajusta la soga en el cuello. Sobre todo esto, los reportes de fraude se multiplican.
En Rio de Janeiro, Brasil, las autoridades allanaron la residencia de un gobernador, bajo el argumento de una presunta malversación de los 150 millones de dólares en fondos públicos que eran destinados para construir hospitales de campaña.
Por otro lado, 14 de 32 gobernadores colombianos están siendo investigados por acciones ilícitas desde malversación hasta la concesión ilegal de contratos sin concurso público. La capital argentina, Buenos Aires, declaró que la fiscalía investiga a un hombre con vínculos políticos por adquirir 15 mil mascarillas N95, mismas que le costaron a la ciudad 10 veces su precio de origen.
Sin embargo, el foco rojo se encuentra en Bolivia. El ministro de Salud fue aprehendido en medio de acusaciones por comprar 170 respiradores a precios inflados. Los aparatos fueron comprados a casi 28 mil dólares por pieza. No obstante, su fabricante, de origen español, señaló que los vendió a un distribuidor por nada más que 6 mil 500 dólares. Pero ese no es el único problema, sino que los respiradores no son adecuados para uso prolongado.
La candidatura de Jeanine Áñez se ha comprometido debido a esta red de corrupción que se ha tejido en el territorio boliviano. La mandataria interina tomó la oficina el pasado mes de noviembre y una de sus promesas de campaña fue romper con los trece largos años de izquierdismo a cargo de Evo Morales.
Acusaciones similares han sobrevolado el estrecho centroamericano panameño, donde el presidente Laurentino Cortizo, renunció a su puesto. De igual forma, el vicepresidente, José Gabriel Carrizo, está bajo amenaza y se espera que dejé su puesto luego de ser investigado por la compra de 100 respiradores a casi 50 mil dólares cada uno.
Brasil, perfilándose como el segundo país con mayor número de contagios de coronavirus en el mundo, está comandado por un capitán que está sumergiendo su barco y no planea hundirse con él. La llamada crisis de “bolsonavirus” hace alusión al presidente derechista Jair Bolsonaro, quien considera que las medidas de confinamiento y protocolos de seguridad sanitaria no son necesarios. Encima de este nuevo virus que acecha a la región amazónica, se ha esparcido una ola de corrupción por todo el país.
Los países latinoamericanos encabezan las listas de las naciones más corruptas. De acuerdo con el último reporte de Transparencia Internacional, más de la mitad de la población en el continente opinan que el problema empeora con el tiempo. Asimismo, uno de cada cinco ciudadanos confesaron que han sobornado a funcionarios públicos en el último año.
Roberto de Michele, máximo experto en transparencia del Banco de Desarrollo Interamericano, estimó que entre el 10 y 25% del gasto global en sanidad se esfuma con la corrupción. Cientos de miles de millones de dólares anuales se desperdician en un drenaje que sólo llega a unos bolsillos.
Los noticieros se llenan de escándalos. Funcionarios que roban de programas escolares, llenando maletines de dinero y tejen nepotismos laborales nutridos de corrupción. Los que no fallezcan ahora por el coronavirus, lo harán después de hambre si los altos mandos continúan exprimiendo fondos.