Dicen que lo que asegura que se quede en nuestra memoria, debe ser un recuerdo emocional. Sí, una emoción. Sólo los recuerdos vividos son perdurables y jamás los desechas u olvidas. Ahí están las oportunidades para todos nosotros. Vivir las ideas, los hechos, los conceptos, para recordarlos en todo momento. Sin embargo, parece que todo hecho, al final es olvidado. ¿Las sociedades somos de memoria corta, acaso? Hagamos un repaso por los hechos desafortunados que han vivido las mujeres y los hemos sufrido como propios.
Alguno de ustedes recuerda a: ¿Las muertas de Juárez? ¿Los feminicidios en Ecatepec?
¿El movimiento de las mujeres donde sus causas llegaron a las masas el día 8 de marzo de este 2020? ¿Alguien, acaso, puede describir el daño causado a una mujer saxofonista, en Oaxaca? ¿La muerte de una joven de 17 años al volver a casa en manos de cuatro policías? Quizá los asesinatos de Ingrid Escamilla y Fátima Aldrighett. Tal vez recuerden muchos más o quizá a ninguno de los casos mencionados.
Tan solo en el primer trimestre de 2020, 964 mujeres fueron asesinadas en el país. En plena pandemia del Covid-19. De esos casos según reporta el Sistema Nacional de Seguridad Pública, 720 de los expedientes están clasificados como homicidios dolosos y 244 como feminicidio, según cifras de las fiscalías estatales. Las agresiones contra las mujeres se evidencian no sólo en los asesinatos intencionales, sino también en la violencia que puede poner en riesgo su vida: casi 60 por ciento de las denuncias levantadas ante el ministerio público en perjuicio de mujeres son golpizas.
En el ambiente escuchamos las palabras que se gritan, las historias que son contadas, los hechos que recordamos; estos nos generan emoción. Estamos ante un escenario social cargado de emotividad, que se ha incrementado con la nueva pandemia que azota al mundo entero: “el coronavirus”. Y las personas seguimos en casa, las mujeres conviviendo con su agresor. Eso es lo que hay. Así. Ni más ni menos, estamos frente a un escenario muy complicado.
Ayer alguien me preguntaba sobre qué tipo de participaciones debiéramos realizar como sociedad para impulsar la disminución de actos de violencia en contra de las mujeres. Respuesta díficil en una sociedad cargada de machismo y de misoginia. Conozco de manera personal muchas acciones, seguramente muchas de las mujeres que me leen ahora mismo las han percibido como un faro para nuestras mujeres violentadas. Estas, seguramente han sido su punto de referencia para poder salir de ese núcleo que les afecta y quiza les ha generado esperanza.
Una de las acciones más importantes es darle seguridad y amor propio a la mujer para aceptar que vive en una situación de violencia. Amor propio, seguridad y esperanza de una nueva vida, sin ser lastimada ni física ni psicológicamente.
Mucha información desde casa. Práctica de la igualdad en la familia, como en la escuela.
Legislación. Derechos humanos aplicados con pulcritud. Ética.
Por otro lado, el papel de la sociedad debiera ser, en principio de sororidad, que no solo se escuche una palabra hueca en un Día naranja, que todos los dias recordemos esas voces, esas cifras que siguen sin parar y nos recuerdan que diariamente, mueren ocho mujeres en promedio, de forma violenta.
Que la emoción que se quede en nosotros sea de justicia, de respeto y de igualdad.
Que la memoria del olvido no se aplique con ellas, que la violencia de género, no se olvide. Por ellas, por nosotras y por nuestras hijas.