Por Anahí Lima
Lucrecia, Nancy, Karen y Yanahi fueron brutalmente asesinadas en su domicilio el miércoles por la noche; la única sobreviviente a las heridas de armas propias de uso del ejército, fue Karla, de 12 años. Aunque la Fiscalía del Estado de México, uno de los más peligrosos para ser mujer, y la Guardia Nacional, iniciaron las investigaciones correspondientes. Lo más probable es que el homicidio múltiple de estas mujeres y niñas quede impune. Hasta el momento, no hay ningún detenido del grupo armado que las atacó y asesinó.
Vivían en la colonia El Gavillero en el municipio de Nicolás Romero, Estado de México. Entre ladrillos, obra gris, basura y escombros, los vecinos dan a conocer la grave situación económica de esta familia. Junto con los cuerpos, se encontró un mensaje que podría interpretar el asesinato como un ajuste de cuentas” con el crimen organizado: “Por perras y deudoras y no pagar… Ya pagaron”.
En México, tanto la pobreza como la violencia tienen cara de mujer. Lucrecia, Nancy, Karen, Yanahi y Karla fueron víctimas de ambas, pero incluso después de muertas sus rostros solo figuran en notas rojas, de prensa pequeña.
En cuestión de minutos, se sumaron cinco más a las cifras que atormentan a diario a las mujeres mexicanas. Explotadas en el trabajo, intercambiadas como monedas, confinadas hasta la muerte y silenciadas después de ella, continuamente somos recordadas de que este país y este mundo no son para nosotras. Y que a nadie le importa. En México las mujeres pagamos y el peor de los crímenes es haber nacido mujer.