Fer Espínola
El pasado martes, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro dio positivo por Covid-19. El anuncio lo hizo a bombo y platillo en cadena nacional. Y muy a su manera: antes de hacerlo les gritó a reporteros, luego de quitarse el cubrebocas, que era positivo y luego volvió a desdeñar el impacto de una enfermedad que ha matado a más de 60 mil brasileños.
La Asociación de Prensa de Brasil (ABI, por sus silgas en portugués) amenazó con demandar ante la Corte Suprema a Bolsonaro por reunirse con periodistas tras dar positivo a Covid-19 y haber convocado a una rueda de prensa donde violó todas normas sanitarias.
Hay que recordar que el mandatario de 65 años fue uno de los líderes más escépticos sobre la gravedad de la enfermedad. Durante una rueda de prensa apareció con una mascarilla simple y sin respetar la sana distancia con los periodistas.
Al final de la intervención, Bolsonaro dio unos pasos atrás para alejarse de los periodistas y se quitó la mascarilla para dirigir unas últimas palabras.
La ABI consideró que el gobernante violó el artículo 131 del Código penal brasileño, el cual se castiga por “transmitir a otros una enfermedad grave de la que se está infectado”; de igual manera el artículo 132 “exponer la vida o la salud de otros a un peligre directo e inminente”.
Al principio de la crisis, el presidente calificó el Covid-19 con una “gripecita”, y acudió a manifestaciones. Hoy, Brasil es el lugar de Latinoamérica con mayor número de casos por Covid-19.