Mareas verdes, maternidades elegidas

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Desde distintas zonas del país, las calles se han vestido de verde con un solo objetivo: el pañoletazo, que convoca a más personas, instituciones y dependencias a sumarse a la pugna por la despenalización del aborto en todo el país.

Las consignas: permitir que sean las mujeres quienes decidan sobre su propio cuerpo, en un contexto en el que muchas veces el ejercicio de la maternidad, se da de manera obligada, a veces como producto del ultraje y de diferentes formas de violencia sexual y psicológica y otras también, como resultado de un sistema de valores y creencias en el que se sigue considerando que el cuerpo de la mujer debiera mantenerse en lo privado cuando se trata de libertades, pero público y supeditado a las decisiones de otros cuando se trata de decisiones sobre la vida propia.

Hoy, 28 de septiembre, se conmemora el Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, cuya intención es generar conciencia y pugnar por el derecho de las mujeres a elegir libremente sobre el propio cuerpo y promover acciones para que la interrupción del embarazo no deseado pueda llevarse en condiciones seguras, legales y humanitarias.

Lo anterior, no se trata de la promoción del aborto como método anticonceptivo, mucho menos de la desvalorización de una vida sobre otra, sino del ejercicio de la justicia y del reconocimiento de que antes que la sociedad, es cada persona quien debiera tener la propiedad de sus decisiones, mucho más, tratándose de un terreno tan absolutamente individual, cómo es el cuerpo.

En pleno 2020, resulta incluso irónico, que en un contexto plagado de desigualdades sociales, de distribución polarizada de la riqueza y de un sinfín de problemáticas derivadas de ambas, se escude la práctica de viejas imposiciones e ideas anquilosadas, detrás de la preservación de la vida, como si el destino de las mujeres, más que la autodeterminación y el respeto por nuestras decisiones reproductivas, fuera aceptar destinos trazados por otros, asumir castigos por el ejercicio de la libertad  y responsabilidades por los actos de terceros.

La despenalización del aborto va mucho más allá de una construcción moral, se trata de la promoción de la calidad de vida, del reconocimiento de derechos fundamentales que debieran otorgarse sin distinción de sexo o género o nivel socioeconómico.

La despenalización del aborto, busca el reconocimiento de una realidad existente en la que muchas mujeres son tratadas como criminales por tomar decisiones sobre ellas mismas, en la que muchas otras ponen en riesgo su vida al abortar en condiciones insalubres e incluso violentas. El aborto existe y criminalizarlo no lo impide, de lo que se trata es de volverlo legal, para que se practique con justicia.

Penalizar el aborto obliga a las mujeres a ser madres, despenalizarlo, no priva a ninguna de serlo.

Desde el privilegio que me confiere el haber elegido libremente sobre mi maternidad, y con un profundo respeto por las mujeres que han elegido no ser madres, me sumo hoy a todas aquellas que marchan, que promueven, que legislan, porque en este país, nuestra sociedad avance hacia una vida más justa para todas y todos.