Antecedentes
A pesar de su carácter estratégico para el desarrollo de largo plazo de nuestra industria petrolera, el Instituto Mexicano del Petróleo ha sido orillado a sobrevivir sin apoyos presupuestales por parte del Estado mexicano. Si bien el IMP, creado en 1965, pudo crecer y desarrollarse en la época de la bonanza petrolera; con el declive de la producción y la consolidación de las políticas neoliberales que lo colocaron como «un proveedor más de servicios» para Pemex, el Instituto empezó a tener serias dificultades para sostener tanto su área de investigación científica básica, como las de ingeniería de alto contenido tecnológico. En virtud de ello, en el contexto de la reforma del régimen fiscal de Pemex, hecha en el año de 2005, se creó el Derecho para la Investigación Científica del IMP, el cual se fijó en tan solo .05% del valor de la producción petrolera nacional. Aún este pequeño paso le fue escamoteado al IMP en el primer ejercicio fiscal de su aplicación (2006). En efecto, valiéndose de ciertas imprecisiones en la redacción de la Ley de Ingresos para 2006, al IMP solo se le entregó alrededor de una cuarta parte de los recursos que, en rigor, le hubieran correspondido para ese año.
En el marco de la reforma petrolera de 2008, se hicieron algunas adecuaciones al régimen fiscal de Pemex. Entre ellas, se incrementó el Derecho para la Investigación Científica al 0.65% del valor de la producción; pero su destino se dirigió a tres objetivos: el ya existente del IMP y dos fondos de nueva creación que fueron elFondo Sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Hidrocarburos, así como el Fondo Sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Sustentabilidad Energética.
De su lado, la reforma energética de 2013 y 2014, fue omisa en materia de investigación, desarrollo, innovación y asimilación tecnológica. Incluso, en la parte meramente presupuestal de esta materia, el monto de la inversión estatal obligatoria se redujo. De ser el 0.65% del valor de la producción, hoy se destina el mismo 0.65% pero de la renta petrolera, conforme a lo establecido por la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y la Ley del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo. De los recursos así generados, el 65% se destina al Fondo Sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Hidrocarburos, el 20% al Fondo Sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Sustentabilidad Energética y tan solo el 15% restante al Fondo de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico del Instituto Mexicano del Petróleo.
Además, se estableció como límite para el cálculo, el monto de los ingresos petroleros estimados para la elaboración de la Ley de Ingresos respectiva. De manera que los eventuales ingresos petroleros «excedentes», no son considerados para estimar la inversión anual en investigación y desarrollo tecnológico en materia petrolera.
La investigación petrolera en la campaña de 2018
Frente a esta circunstancia de escaso interés en la investigación y desarrollo tecnológico en el sector petrolero, en la plataforma electoral de la Coalición Juntos Haremos Historia, se estableció:
Se propone modificar la tendencia y objetivos de la política energética en curso, para que la recuperación de la seguridad y de la sustentabilidad energética sea el faro que guíe la restructuración del sector petrolero. Para conseguirlo se plantean diez líneas de acción estratégicas:
(…)
- Impulsar la investigación, el desarrollo tecnológico y la formación de recursos humanos en el sector.
(…)
Rescatar del abandono en que se tiene al Instituto Mexicano del Petróleo, al que se orilla a convertirse, en el mejor de los casos, en una empresa de ingeniería, cuando no en una simple empresa de servicios.
Más allá de las dificultades presupuestales originadas por la pandemia, así como de la tendencia general a la opacidad que puedan tener muchos fondos y fideicomisos, lo cierto es que necesitamos desarrollar una industria y una empresa petrolera nacional competitivas, apoyadas en una sólida base científica y tecnológica, en cuya construcción juegue un papel de primer orden el Instituto Mexicano del Petróleo.
En ese sentido, es importante destacar que las convocatorias del Fondo Sectorial CONACYT-Secretaría de Energía-Hidrocarburos, para apoyar proyectos de investigación y desarrollo tecnológico, se convirtieron en una fuente muy importante de financiamiento para el IMP. En efecto, el Instituto obtuvo solo o en sociedad con otros centros de investigación, aproximadamente el 60% del financiamiento aportado por el Fondo, a lo largo de estos años de existencia: alrededor de 1,000 millones de pesos anuales, en promedio. Así por ejemplo, se pudo financiar la construcción del Centro de Tecnologías de Aguas Profundas (hoy rebautizado como Centro de Tecnologías de Exploración y Producción), ubicado en Boca del Río, Veracruz. De manera que eliminar este Fondo, sin establecer mecanismos supletorios para esta componente del financiamiento del IMP, comprometería seriamente el desarrollo de capacidades del país en temas tan relevantes como el análisis e interpretación de datos sísmicos para la exploración, las tecnologías y técnicas de recuperación mejorada de petróleo, la fabricación de combustibles menos contaminantes o el desarrollo de nuevos productos petroquímicos.
En el largo plazo, solo podremos tener una industria y una empresa petrolera nacional competitivas, si están apoyadas en una sólida base científica y tecnológica. Resulta inconcebible que un país como el nuestro, con más de un siglo de historia petrolera, solo pueda insertarse en el mercado petrolero internacional, gracias a su potencial geológico y no a sus capacidades científicas, tecnológicas y de gestión. Por eso, más allá de la difícil coyuntura actual, es indispensable que el gobierno implemente políticas públicas destinadas a que el Instituto Mexicano del Petróleo coadyuve en la definición de necesidades, prioridades, metas y objetivos; para la investigación, desarrollo e innovación tecnológica del sector.
Conforme los recursos petroleros mundiales se vayan agotando o siendo desplazados de la matriz energética global, mayor será la importancia de la investigación y el desarrollo tecnológico para obtener ventajas comparativas a lo largo de la cadena de valor de los hidrocarburos.
Ahora bien, tras años de que desde Pemex se ha visto al IMP «como un proveedor más», olvidando o desdeñando la razón de ser del Instituto en el marco de la industria nacional; el resultado ha sido un creciente deterioro de su situación económica y una pérdida considerable de su capital humano. De hecho, en sentido contrario a la Minuta, sería necesario modificar las leyes Federal de Responsabilidad Hacendaria, del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo y de Ciencia y Tecnología, para:
- Incrementar del 0.65% de la renta petrolera al 1% del valor de la producción, el monto destinado para la investigación científica, desarrollo tecnológico y formación de recursos humanos; asignando dicho incremento a financiar las labores de investigación básica del IMP.
- Apoyar presupuestalmente al Instituto Mexicano del Petróleo para garantizar su viabilidad y, en particular, la de su Centro de Tecnologías de Exploración y Producción. El Estado debiera asumir de manera extraordinaria, durante un año, el costo de operación del IMP para evitar que siga perdiendo capital humano, en tanto sus finanzas se fortalecen a través de una mayor interacción con Pemex y gracias al cambio fiscal propuesto.
Paralelamente, más que desaparecerlos, se deben evaluar los fondos sectoriales para la investigación y, conforme a la evaluación de su desempeño y de los resultados obtenidos, reestructurarlos y alinearlos a la política tecnológica del sector. El objetivo final sería la constitución de un sistema sectorial de innovación, que articule en su seno los esfuerzos del Estado, las instituciones públicas y privadas de investigación, así como de los operadores petroleros mismos. De otra manera, los fantasmas del extractivismo y el rentismo, seguirán recorriendo nuestro sector petrolero…