La reina del tex-mex finalmente llegó a la plataforma de streaming del momento. Grandes expectativas se postraron en la producción cuyo encargo era revivir la historia de Selena Quintanilla; la primera parte enfocada en relatar la infancia, adolescencia y eventual despegue de una carrera promisoria, dejando entrever la segunda parte con la llegada de nuevos y tenebrosos personajes.
Para aquellos fanáticos de la cantante, la serie se convirtió en una promesa de conocimiento: ¿quién era realmente Selena?, ¿cuáles son las anécdotas ocultas al público?, ¿habrá nuevas revelaciones respecto a su carrera?
Apresuradamente surgieron los críticos con malas noticias declarando tajantemente que la historia presentaba a la protagonista en una especie de cuento infantil moderno, una Cenicienta mexicoamericana que con un poco de magia musical pudo ver su sueño cumplido. Gran parte del descontento se centró en el giro que tuvo la narrativa, sumamente cautelosa con los momentos claves y ahondando someramente en la perspectiva del personaje central.
Es necesario decir que en cierta medida estos alegatos son ciertos. Selena, la serie no duda en recurrir a la emotividad que la historia familiar carga, valiéndose de episodios de problemáticas financieras y la manera en que la conformación del grupo musical ayudó a superarlos. La serie, entonces, sitúa a Selena como una pieza más dentro del engranaje de los Quintanilla, su distinción está en ser la voz y el alma alegre del grupo, así como la diseñadora del vestuario, y de ahí no pasa…
Si uno se enfoca en descifrar más allá de lo presentado los guionistas no ofrecen una perspectiva novedosa, muestran por el contrario a una adolescente que gusta de cantar, vestir a la moda y con una alta dosis de deber familiar; es por demás evidente la participación de la familia en la escritura de la serie, quienes en cada episodio destacan la labor titánica que el padre, Abraham Quintanilla (Ricardo Chavira), llevó a cabo para aprovechar el talento innato de sus hijos.
Mediante flashbacks se descubren las aspiraciones del patriarca familiar por destacar en la escena musical, sin éxito alguno. Su grupo Los Dinos, tuvo un éxito limitado que años después reflejaría en el apremio de convertir a su familia en un negocio fructífero; lo cuestionable, por lo tanto, resalta en las reglas y exigencias que imponía hacia el resto de los miembros por componer, cantar y perfeccionarse en cada presentación.
Selena es ante esto, el miembro más ingenuo del clan, mientras que el padre y el hermano, A.B. Quintanilla (Gabriel Chavarría) se muestran su astucia en la obtención de contratos, negociaciones y creación de los éxitos del grupo. Resalta como contraparte el lado femenino y amable de la historia, con la hermana Suzette Quintanilla (Noemí González), en el papel de la confidente leal y Marcella Samora (Seidy López) en el rol de madre y “contrapeso” ante las expectativas del padre.
Los personajes carecen de mayor profundidad, en ocasiones mostrándose como caricaturas melodramáticas. Únicamente en contados momentos, se muestra un arco narrativo que presenta contrastes humanos: ambición versus unión familiar, melancolía versus sentido de pertenencia, temor a la fama versus búsqueda de felicidad.
Destaca en este ámbito actoral Selena (Christian Serratos) y el carisma de la actriz que la interpreta en su infancia, Madison Taylor Baez. Fuera de esto, los músicos oscilan como personajes secundarios y grises que, por partes iguales, apoyan al grupo, pero le temen a la actitud estricta de Abraham.
Pero no todo es negativo en la serie. La música anima y rescata las escenas, que además explican el proceso creativo detrás de las canciones más conocidas, como La Carcacha, Baila esta cumbia, Dame un beso y Como la flor. Otro punto a favor se refiere en mostrar a Selena como una niña y mujer que lidia con temas como su imagen, relaciones interpersonales y la obediencia familiar, esto destacado en los últimos episodios donde su vida se ve trastocada con la llegada del amor de su vida a la banda, Chris Pérez (Jesse Posey), presentado como el origen del quiebre en la familia Quintanilla.
Probablemente la segunda temporada permita conocer en mayor medida a Selena, lo cual parece improbable. A todas luces promete convertirse en un retrato familiar elaborado para destacar el trabajo en equipo, relegando a la protagonista con un rol deficiente; sin embargo, aún faltan explorar personajes controversiales como Yolanda Saldívar, la relación de obsesión de ésta con la cantante, el matrimonio oculto con Pérez y el ascenso exponencial que tuvo y prometía una carrera alejada del ámbito familiar.
Queda a deber en aspectos técnicos que presentan a la serie como una producción de presupuesto limitado, descuidando en ocasiones la estética y que, al compararla con otras de la misma plataforma, podría dar la impresión de ser el patito feo de la familia.
Selena, la serie cumple como entretenimiento momentáneo, pero falla en rendir homenaje a la reina del tex-mex. Habrá que esperar la segunda parte que promete mejorar lo presentado.
Calificación: 3.5 de 5 estrellas