Nuestra historia
IdentidadMx les pidió a sus lectores las historias más románticas para este 14 de febrero. Y es que cuando el amor llega, nos atraviesa como un torbellino; ya sea una relación de años atrás, una concluida o aquella que recién comienza con las emociones a flor de piel, lo seguro lectores, es que la cuarentena no podrá vencer el romanticismo.
1. Dieciveintinueve de Javier Castany
Para la Relojera-chan, cuya memoria deseo inmortalizar en este escrito.
Mi número favorito es el dieciveintinueve, justo porque lo inventamos juntos. Es el resultado de una matemática cuyos cimientos fueron fragmentados hasta convertirlos en esencia. Pero ¿cómo decidimos que fuese dieciveintinueve? Un tiempo antes de su nacimiento, estaban sus versiones en enteros: el 19 y el 29.
Dentro de los años que nos conocimos, esos días, cada mes, a excepción del desafortunado 29 de febrero, sucedía algo extraordinario:
En junio aprendiste a andar en bicicleta cuando decidí soltarte… por enésima vez… y pedaleaste sin caer…
En septiembre conocí a tu familia… por accidente… creyeron que estábamos saliendo… cuando en realidad te estaba dejando sana y salva a eso de la medianoche… sin embargo… ¿quién diría que sus sospechas resultaron proféticas un tiempo después?
En abril secuestramos un cuarto de hotel… despojamos la cama de sus prendas… cegamos el baño… tatuamos las copas de vino… y otros tantos delitos para legitimar una canción…
En marzo que nos mezclamos entre amigos… para escondernos del mundanal ruido… ese día aprendimos el mismo idioma: el murmullo…
En octubre nos despertamos de noche… nos preparamos para orquestar un ejército de monstruos contra dioses. Al llegar la mañana y ver que la humanidad seguía su rutina, supimos quién ganó en verdad…
En agosto, nos fuimos a las afueras… terminamos en medio un bosque a oscuras… descubrimos la luz en seres diminutos…
En diciembre hicimos un experimento: crear una bebida con la que pudiéramos viajar a otros mundos… desafortunadamente, el primer y último lugar que visitamos con aquel brebaje resultó ser el baño… eso sí, de la casa de cada quién…
En mayo tuvimos nuestro último viaje al armario, donde aprendimos que los monstruos no son tan diferentes a nosotros… Ese día tus ojos tenían un brillo único…
Y en enero, decidimos apagar el tiempo, el más bello de todos los acontecimientos… detuvimos la noche y sacamos de una caja nuestros sueños… aquellos anhelos por cumplir… y ver cómo los dejamos viajar en la eternidad.
Todos estos recuerdos se encuentran a salvo bajo este algoritmo que creamos. Hay muchos más por rescatar, y dicho esto decido emprender esta misión por mi cuenta, ya que, aún a ciegas, tu memoria en mí… lo vale.
2. Flechazo a distancia de María Isabel y Chase
Conocí a mi ahora esposo viviendo en Playa del Carmen trabajando para un hotel.
Mi puesto era en administración por lo cual casi no salia de mi oficina, y no tienes relación con los huéspedes. Una mañana salí a desayunar al restaurante del hotel […]
Al otro lado de la barra había un chavo extranjero leyendo un libro de yoga -soy yogi también-. El libro me llamó mucho la atención porque tenía fotos de posturas muy grandes y se veía que tenía explicaciones para cada una.
Algo me dijo: “ve a hablar con él.” Me paré y fui a preguntarle por el libro. Me lo explicó y quedamos en después ir a tomarnos una cerveza. Yo olvidé por completo que pusimos un día para vernos […].
Me lo volví a topar otra vez e intercambiamos redes sociales, él ya se iba al siguiente día.
Seguimos en contacto por redes sociales de vez en cuando.
Después de aproximadamente 4 meses, vi que regresó a México (Cozumel) -y puso una foto de un guacamole que se veía increíble-. Yo en ese momento me había cambiado de ciudad, prácticamente al otro lado del país en Baja California Sur. Comenté algo en la foto del guacamole y empezamos a hablar más, hasta que decidimos hablar por Skype.
Nos llevamos tan bien y teníamos tantas cosas en común, que decidió volar a verme a los Cabos para ver cómo nos sentíamos en persona.
Aun no tenía mi coche, seguía en Playa del Carmen tuve que ir por el en camión y como era nueva en la ciudad, ¡no tenía idea de nada!. Justo ese día más tarde me cortaron el teléfono y ni me había dado cuenta.
Llegue tardísimo al aeropuerto, y el estaba sentado afuera en la parada del autobús, pensando que lo había plantado, estaba a punto de comprar un vuelo de regreso.
Desde ese día no nos hemos separado y ya estamos casados. Él es americano y yo mexicana.
3. El amor de mi vida De Samuel y Ana Laura
Estaba atravesando una depresión y una crisis existencial. Tenía 15 años y pensaba que mi vida no tenía sentido: mis papás se estaban divorciando, mis abuelos habían fallecido y mi mejor amiga también -desde que éramos niñas padecía de leucemia y había perdido la batalla-.
Simplemente no entendía la vida, estaba en ese momento de dolor tan grande y tomando decisiones. Una de las decisiones que tomé fue que no quería tener novio porque no estaba preparada emocionalmente y además quería de verdad encontrar al amor de mi vida, a quien amara incondicionalmente y con quien construir una vida de confianza, apoyo y respeto.
No salía mucho […] no estaba interesada en conocer gente ni hacer nada de mi vida. Un día mis primas me dijeron que iban a ir a casa de mis abuelos unos amigos a ver una película, y recuerdo que allí lo conocí, una persona alegre y feliz mientras yo estaba hundida en mi tristeza.
Comencé a convivir más con mis primas y sus amigos. Me dijo “me encantas” pero, “yo quiero encontrar al amor de mi vida para casarme con ella y creo que tal vez eres tú, pero por el momento me encantaría que nos conociéramos”. Cuando lo escuché, sentí un hoyo en mi panza porque eso era justo lo que yo pensaba.
Fuimos novios. Nos dimos cuenta que en muchas cosas teníamos las mismas ideas, sentía como si viviera en mi cabeza y ha sido un camino de casi 19 años juntos, miles de viajes, aventuras, historias, altas y bajas, de construirnos, de rompernos y reconstruirnos juntos. No sólo es mi mejor amigo, es mi esposo, mi socio en nuestros proyectos y empresas, mi mayor fan y quien me apoya en hacer un montón de ideas locas.
Muchas veces yo he sido la alegría que necesita cuando las situaciones son complicadas, así como él me regalaba sonrisas cuando todo en mi vida era obscuridad.
4. Cupido universitario de Guillermo y Elvira
A Guillermo y Elvira el amor llegó por medio de un amigo en común. Topándose en distintos lugares de la escuela, primero creando una amistad y después organizando horarios juntos para estar el mayor tiempo posible con el otro: siempre teniendo como lugar preferido la playa, donde pasan parte de su tiempo libre. Ambos sabían que el flechazo estaba ahí, en forma de una amistad que ambos sabían estaba convirtiéndose en una relación romántica; lo negaban, debido a las primeras impresiones que habían tenido, pero con el tiempo el amor no pudo ser ocultado.
Poco a poco, -cuenta Elvira- que Guillermo se convirtió en aquella persona a quien deseaba contarle todo, así como aquella compañía que no quería dejar ir. Un 14 de febrero, le regaló una carta que antes había estado acompañada de un beso en la Playa de Miramar, el primero beso que compartía la pareja; Guillermo decidió escribirle un mensaje a Elvira en la arena: “¿Quieres ser mi novia?”.
Tras años de relación, -seis, para ser exactos- Guillermo le propusó matrimonio a Elvira, exactamente de la misma manera que le pidió ser su novia: la playa fue testigo de la sorpresa que Guillermo había organizado junto con la familia de ambos y en la más absoluta oscuridad, las velas que se encontraban prendidas en la playa escribieron “Will you marry me?”. La pareja celebró en dos ocasiones: Veracruz y Querétaro. Desde el día que se conocieron en los pasillos universitarios, no han separado su vida y el cariño crece cada día.