Minari: tras el sueño americano…y el Óscar

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MINARI Yeri Han, Steven Yuen, Alan S Kim and Noel Cho. Director: Lee Isaac Chung Credit: Melissa Lukenbaugh/A24

Quinta entrega de una serie enfocada a las nominaciones de los Premios de la Academia 

Repetidas han sido las ocasiones en las cuales el inmigrante tiene un rol menos que favorable en el cine, siempre personificado como aquel ser que ignora todo, portando vestimenta gastada, sucia y en un estado permanente de alerta ante una posible deportación.

Por otra parte, están los casos en televisión donde los inmigrantes son aquellos padres estrictos que desean ver convertidos a la denominada “primera generación” en los profesionistas que no pudieron ser ellos. Flotando entre estos clichés que se han construido, el director Lee Isaac Chung aborda la temática desde una mirada personal y con rasgos auto biográficos, para presentar una cinta que rompe con estas ambivalencias más que gastadas.

Una familia en el «día a día»

La familia Yi, compuesta por Jacob (Steven Yeun), Monica (Han Ye-ri), David (Alan Kim) y Anne (Noel Kate Cho), emigran de Corea y se instalan en Arkansas. El padre adquiere una propiedad en una pequeña comunidad con el objetivo de poder convertirlo en un plantío con vegetales típicos de su país, y así venderlos a supermercados o tiendas estadounidenses.

Se sabe que la familia ya ha vivido un tiempo en Estados Unidos, pudiendo ahorrar dinero con el fin de comprar un hogar, el cual para disgusto de Mónica termina siendo una casa rodante.

La cámara sigue el día a día de la familia, con largas jornadas de trabajo en una fábrica donde se encargan de separar los pollos machos de las hembras; aquí teniendo la primera visión de las condiciones que enfrentan: el espacio laboral es pequeño, se encuentra en un sótano con poca iluminación y en el menor tiempo posible debe realizarse un esfuerzo desgastante.

Chung, no fantasea con realizar una historia rosa sobre la vida del inmigrante, pero un recuento de la cotidianeidad de Estados Unidos en la década de 1980.

El sueño del éxito 

Son Jacob y Monica el aparente sostén de la familia, que cada noche discuten sobre dinero, la cosecha y el futuro de los hijos, para contrarrestar estas figuras están los niños, David y Anne quienes lanzan aviones de papel pidiendo que sus padres no discutan más o crean su propio mundo alejado de los problemas.

Como hijos -posiblemente nacidos en tierras estadounidenses- se encuentran más adaptados a la realidad presentada, alternando entre el coreano y el inglés y teniendo una mayor capacidad de crear amistades que sus padres. Ante este choque cultural por el cual los niños navegan, la película tiene aciertos en presentar esta dualidad que experimentan los hijos de padres inmigrantes, destacando la dirección de Chung que permite hacer creíble la hermandad con sus altibajos: peleas, reconciliación, protección.

Al espectador ya instalado en esta dinámica, le es presentado el personaje de la abuela Soon-ja (Youn Yuh-jung). Aquí la película comienza a realizar magia y produce tanto efectos cómicos y melodrámaticos en buena medida. Es más que evidente la complicidad entre David y su abuela, quien representa la Corea de la cual decidieron salir: sus creencias, modismos y comportamiento no podrían estar más alejados del canón establecido de una abuela, pero precisamente estas peculiaridades crean en la audiencia un efecto de apego y agrado al personaje.

Son contados los momentos emotivos de la cinta, pero muestran tener una buena agilidad. No se desea detallar más allá en caso de que el lector no haya podido ver la película, pero debe mantenerse atento a los cambios de sentimientos que los acontecimientos producen. Chung sabe sacar una que otra lágrima, sin caer en el sentimentalismo trágico de estas historias.

Trama y personajes

La dinámica central y lograda de Minari, es crear personajes forasteros -por decirlo de alguna manera- es decir, aquellos que no logran pertenecer del todo al entorno que los acoje. En primer lugar, la familia Yi que en ocasiones asiste a la iglesia y espera crear vínculos de amistad aunque los intentos no terminan por lograrse, pero también los hay dentro de la misma comundidad. Por ejemplo, Paul (Will Patton) el fanático religioso incomprendido que ayuda a Jacob Yi con el plantío y cuya excentricidad es motivo de burla en la comunidad, siendo únicamente comprendido por la familia Yi, o el amigo de Daniel -Billy (Scott Haze)- quien en un fragmento es mostrado como parte de una familia disfuncional, sin dar mayor detalle.

Son estos personajes que buscan un lugar al cual pertenecer y llamar propio, que encuentran un apoyo en la familia; siendo este, el mensaje central: el hogar al que siempre perteneceremos es el construido por aquellos que nos aman, pudiendo ser familia o lazos de amistad construidos.

Apuesta alta 

Triunfando en festivales, la apuesta por llevarse el Óscar a Mejor Película es alta. Aunque sería la primera ocasión en la que dos películas coreanas -el año pasado, Parásitos de Bong Joon-ho- se llevan este galardón dos años consecutivos, lo cual aunque histórico estará por verse. Nominada además a “Mejor director”, “Mejor guion original”, “Mejor Actor”, “Mejor actriz de reparto” y “Mejor banda sonora”, otra categoría por la que pelea es en actuación, lo cual le aseguraría a Youn Yuh-jung su primer Óscar.

Minari es una apuesta segura más no condescendiente, saliendose de los temas comúnes que el jurado gusta premiar: guerras mundiales, conflictos sociales o personajes icónicos. Nuevamente el cine coreano, muestra tener una mejor perspectiva de los temas que atañen mundialmente, habrá que esperar las propuestas que pongan sobre la mesa cineastas extranjeros.