“Habibi, mi amor”: familias creadas y separadas en prisión

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El fotógrafo de Getty, Antonio Faccilongo, nos invita a repensar el conflicto árabe israelí fuera de territorio militar.

Lugares tan lejos y tan cerca divididos por muros y conflictos armados e ideológicos; el cuarto rosa. Un cuerpo imaginario que viste un traje de camisa azul y zapatos formales cuelga de un gancho suspendido por un hilo del techo. No hay nadie en ese cuarto. La cama está tendida y las cortinas cerradas. Antonio Faccilongo, representado por Getty Reportage, ganó el primer premio en la categoría de Historias de la edición más reciente del certamen World Press Photo.

“Mi amor”, “habibi” en árabe, es un proyecto de largo aliento sobre la forma en la que las historias de amor se desarrollan en un marco de conflicto ideológico, político y militar, entre parejas palestinas separadas por prisiones israelíes. El estatus de visita a prisioneros palestinos en ese territorio es complicado y, como en otras cárceles, el contacto entre familiares y prisioneros es limitado.

La gran incógnita 

¿Cómo mantener una relación y formar una familia a distancia con un hombre que está preso en otra nación? La serie de imágenes presentadas por Faccilongo nos invita a pensar en las necesidades de las relaciones familiares y conyugales insertas en un conflicto internacional. Las herramientas de comunicación como cartas, videos transmitidos en el celular, palabras y visitas, son los canales de contacto de las personas en estas situaciones.

Semen de Contrabando 

Considerando el contexto cultural de Palestina, los roles de género y la estructura familiar perenne, es preciso decir que la formación de una familia legítima es cosa de primera preocupación. De ahí, las imágenes y texto sobre la inseminación in vitro usando semen de contrabando obtenido de las prisiones y los retratos en hospitales de bebés en incubadoras y madres primerizas, toman relevancia e ilustran un contexto de intimidad repetida y fragmentada.

“Habibi” nos habla de un encierro tan literal como metafórico. Tan noticioso como cotidiano para la comunidad que actúa frente a las limitaciones implicadas en una vida dentro del conflicto árabe-israelí. Gente que se queda al margen de las fronteras de láminas de plástico transparente y apretones de manos a través de barrotes de metal.

Las familias y las oportunidades de tenerlas se quedan atrapadas, sí en terreno de guerra, pero también entre muros de hospitales, prisiones y hogares desplegados en territorios vecinos pero enemigos. Pensar en la imagen, en el recuerdo que permanece en portarretratos sobre muebles heredados, en hijos e hijas de padres que solo los conocen de haberles visitado en prisión, nos invita a reflexionar sobre el origen de los conflictos que separan familias y resquebrajan naciones opuestas.

La serie termina con la metáfora de una televisión sin señal que resplandece en la oscuridad. Así, el fotógrafo nos deja una última reflexión: la comunicación interrumpida. Metáfora que podemos interpretar desde una cuestión individual e inter-personal, y también como meollo y centro del conflicto inter-territorial dentro del cual todas esas historias se desarrollan.