Noreste caliente: regresan los tiempos de los narcoestados

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A member of the Mexican security forces stands guard near City Hall in Villa Union, Mexico, Tuesday, Dec. 3, 2019. Some long for the days when Mexican marines successfully patrolled the area until President Andres Manuel Lopez Obrador reassigned them to other duties. They were known for not getting corrupted by the cartels and not yielding in battle with them. “The marines are the only ones I trust,” said one local mechanic. “The rest are going to take a bribe.” (AP Photo/Eduardo Verdugo)

Cuando Felipe Calderón, expresidente de México, emprendió la guerra contra el narcotráfico para legitimar su cuestionado triunfo en las urnas presidenciales, México se tiñó de rojo. Los narcobloqueos en municipios como Michoacán, Tamaulipas o Nuevo León eran las notas rojas del día a día informativo.

Para nadie era ya una novedad «o susto» el escuchar de levantados, secuestrados o comercios incendiados porque sus dueños se negaron a pagar un derecho de piso. Tampoco que hubiera policías enteras al servicio del crimen organizado. Esos tiempos parecían solo ser parte del anecdotario histórico y popular de un país sobre palillos. Sin embargo, hoy parece que solamente hubo una pausa en la tinta roja.

Lo sucedido hace dos semanas en Reynosa, Tamaulipas, en el que un escuadrón de la muerte salió a rafaguear a quien se le cruzara. El saldo, extraoficial, 19 muertos. Un acto de vil terrorismo. Un modus operandi de quien busca ocupar «una plaza» para amedrentar al jefe o los jefes actuales. Aunado a la crisis de seguridad la crisis de gobernanza que se vive en el estado gobernado por Francisco Javier García Cabeza de Vaca, curiosamente originario de Reynosa, les ha recordado a los tamualipecos que siguen viviendo en una tierra sin ley.

Nuevo León-Nuevo Laredo 

En lo que va del año un centenar de personas han desaparecido en la «carretera del terror». Así es como hoy se le conoce a la ruta de la carretera federal 85 que conecta Monterrey con Nuevo Laredo en donde el Cártel Jalisco Nueva Generación ha entrado de lleno a la pelea con el de Sinaloa y algunos independientes por controlar una ruta que, al conectar con el estado de Tamaulipas, deja millones de dólares al año por tráfico de drogas y de personas.

No se trató de secuestros para pedir dinero a cambio. Se trató de actos de intimidación y desafió hacia las autoridades mismas y los cárteles que controlan (ban) la región. Un modus operandi que ha acabo con la vida de miles de personas en México. Que ha roto sueños y dejado esperanzas sin destinatario. Habrá que ver si se conforma alguna comisión especial para investigar dichas desapariciones. Hasta hoy se sabe que solo la Guardia Nacional ha redoblado su presencia en dicho tramo carretero.

Zacatecas, epicentro del nuevo terror 

En la última semana han sido asesinadas más de 50 personas en enfrentamientos entre grupos del crimen organizado. De acuerdo con autoridades federales en dicho estado se libra una cruenta batalla entre quienes son hoy, quizá, los dos hombres que controlan gran parte del negocio del narcotráfico en América Latina. Sí, Ismael «El Mayo» Zambada y Nemesio Oseguera «El Mencho». Uno líder del Cártel de Sinaloa. El otro del Jalisco Nueva Generación.

Ese territorio y prácticamente todo el del norte de México ha sido históricamente controlado por el cártel que tuvo sus oficinas matrices en el Triángulo Dorado. Hoy, el Jalisco quiere ser el hegemónico desde el Bajío hasta esa zona y han desatado una lucha sin cuartel. Ya las autoridades municipales y estatales se han declarado incapaces de hacerle frente organizaciones que los superan en armamento, equipo y tecnología.

¿Y la legalización? 

Platicaba con un amigo economista quien me explicó a grandes rasgos el concepto sobre ganancias extranormales en el que perfectamente puede entrar el negocio del narcotráfico. Pocos competidores, gran demanda, lo que resulta en ganancias multimillonarias. Por eso nadie deja de tirar bala y defienden a muerte su Retorno de Inversión.

Con la aprobación de las drogas los cárteles tendrían que competir con grandes empresas que, sin duda, entrarían a un negocio que en países como Canadá o Uruguay ya deja ver sus positivos. Y es que esto no se trata de moral: se trata de dinero, muerte y poder.