Primero fueron Los Zetas. Luego la Familia Michoacana. En ese inter, cárteles independientes y viejos narco-caciques de la región seguían peleando sus plazas. Al final, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se quiso adueñar de un territorio próspero, con una gastronomía envidiable y un campo fértil.
Y el domingo 27 de febrero quedará como otro día rojo para Michoacán: un comando armado formó a una veintena de hombres para luego dispararles a quemarropa. Antes de eso, los había sacado de un velorio que se celebraba a mitad de la calle. El lugar: San José de Gracia, población localizada al extremo noroeste del estado y cabecera del Municipio de Marcos Castellanos.
El número de muertos que murieron en una ejecución sumaria es incierto. De hecho, la Fiscalía del Estado de Michoacán, que llegó dos horas tarde el lugar de los hechos, se limitó a decir que «no hay cadáveres y la escena del crimen está limpia». Y en un intento de lavar culpas, el presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó un mensaje fiel a su estilo. Confía en «que no sea cierto», ya que «No han encontrado cuerpos (…) deseo con toda mi alma que no sea como (los medios) están dando a conocer”.
Esto no es un tema de medios o que se dé a conocer o no. Es un hecho que ha azotado a una población desde hace más de una década. También, que ha ocasionado miles de desplazados y de los que nadie habla. Porque eso también es una guerra.
Tampoco vale la retórica de culpar a Felipe Calderón por haber pateado el avispero del narco sin ninguna estrategia. Lo que hoy vale es ver hacia adelante y lograr arrebatarla, sin balas, esos terrenos gobernador por el Crimen Organizado. Hay propuestas, sí, pero en su aplicación todo ha quedado en un plano meramente electoral.
La total impunidad para perpetrar crímenes de esa magnitud ya hasta suena a cliché. A un discurso gastado. Pero su significado sigue siendo poderoso: un Estado sin ley. Un territorio con una Ley Marcial impuesta por personas que se han ganado el derecho de hacerlo a punta de balas.
La Estrategia de Seguridad en México, basada principalmente en programas sociales para jóvenes, está lejos de ser efectiva, funcional o durable. El Estado Mexicano ha fallado. Hoy, desde una ventana de los vecinos ejecutados en San José de Gracia se pudo apreciar una vez más que el ciudadano está solo. No hay quien lo proteja. Es un mexicano como millones que viven a la merced de los deseos del Crimen Organizado.