Guerreras invisibles: empleadas en la informalidad

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Por Alejandra Torres Ruiz; Rodrigo Álvarez; Melissa Vilchis, estudiantes del ITESM, como parte del programa Socio Formador en el que colabora IdentidadMX. 

Adelina es jefa de familia y tiene cuatro hijos. Trabaja en el sector informal como trabajadora doméstica. El sustento económico de su hogar depende en gran medida de ella. La cantidad que percibe mensualmente es bastante irregular ya que depende de la cantidad de veces que trabaja a la semana.

Durante las mañanas, de lunes a sábado se dedica a hacer el aseo general de cuatro diferentes casas en la Ciudad de México. De manera irregular, por las tardes, dependiendo de una llamada telefónica, la contratan para lavar los trastes en un negocio de comida.

«Sólo trabajo de esto, lo único diferente es cuando voy a lavar los trastes al negocio de comida; de las casas donde hago el aseo, a veces me hablan los fines de semana cuando tienen reuniones para que también les ayude a recoger y todo lo que se necesite, pero lo principal es la limpieza en las casas entre semana”, mencionó Adelina en entrevista.

Así como Adelina existen 12 millones 666 mil 743 mujeres que trabajan a diario en el sector informal con  salarios bajos y falta de prestaciones sociales. Por ejemplo, no tienen acceso al Seguro Social.

Las mujeres en el sector informal

De acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 56.6% de las Personas Económicamente Activas (PEA) están bajo condiciones laborales no registradas ante las autoridades, lo que demuestra que  el trabajo informal es una problemática presente en la vida de millones de mexicanos.

Así cómo Adelina, miles de mujeres en la Ciudad de  México recurren al trabajo informal como la principal fuente de ingresos, convirtiéndose en un factor determinante para el desarrollo económico de nuestro país.

«El trabajo informal en México es determinante, se sabe que sin este tipo de trabajos cientos de miles de familias no sobrevivirían” explicó en entrevista la doctora Alma Karla Sandoval, activista y especialista en temas de derechos humanos.

Si bien existen diversas causas por las cuales las personas acuden a la informalidad laboral, las principales razones son falta de oportunidades laborales que existen en el país, la brecha salarial, desigualdad de género laboral, el lento crecimiento económico, falta de incentivos, ausencia de reformas e instituciones inestables.

«Busqué un trabajo durante dos años relacionado a mi profesión (contadora), pero en vista de no conseguirlo me di de alta como conductora de coches en aplicaciones móviles”, contó Fernanda Monzalvo, quien hoy no ejerce su carrera y es conductora de Uber.

La economía mexicana empuja cada vez más a las trabajadoras a caer en el sector informal. Las cifras lo delatan: la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral en México es del 45% y seis de cada diez mujeres de la PEA femenina no tienen acceso a trabajos formales lo que las lleva a buscar alternativas para solventar sus gastos.

«En busca de salir adelante, las mujeres no tienen otra alternativa más que acudir a la informalidad. Se perjudica al sistema porque no se pagan impuestos, sin embargo conociendo los candados de la nueva política fiscal, quizá sea lo mejor en un horizonte de precarización donde las principales afectadas son las mujeres”, manifestó la doctora Alma Karla Sandoval.

Empleadores: los más beneficiados

Así, el único sector beneficiado de los trabajos no amparados bajo la ley son los empleadores pues no dan garantías a sus trabajadores, porque encuentran mano de obra más barata, no se rigen bajo ninguna norma y no pagan impuestos. El resultado: dejan a los empleados en un estado de incertidumbre y vulnerabilidad laboral.

«Bueno, es una ventaja no tener que pasar por el proceso de darlos de alta en el Seguro (Social), además de (otorgarles) las prestaciones legales. Es muy difícil que puedan demandar o exigir cosas si no hay ningún tipo de contrato legal de por medio”, explicó Paulina García, empleadora de limpieza domestica.

El trabajo de limpieza en el hogar es de las ocupaciones del sector informal destinadas sistemáticamente al género femenino más desprotegidas y mal remuneradas. ya que no cuenta con cobertura de seguridad social ni prestaciones y tiene un alto índice de incumplimiento de normas laborales.

«No, no tengo nada de eso y nunca he tenido porque he trabajado en las casas”, mencionó Adelina sobre los contratos y las  prestaciones cómo el seguro social. Las empleadas domésticas buscan trabajo estando conscientes de que no contarán con esa seguridad laboral, sin embargo la necesidad de lograr sustentar sus hogares las orilla a buscar trabajos bajo dichas condiciones.

Se ha buscado asegurar la seguridad laboral de las trabajadoras del hogar por medio de leyes que  brinden mayor estabilidad, sin embargo no ha sido posible que las circunstancias para ellas cambien. «Este país sigue actuando bajo marcos epistemológicos coloniales que es decir patriarcales. Lo cual nos lleva a intuir que con todo y leyes, la explotación que las trabajadoras de limpieza sufren, no va a menguar. México no es Suecia ni Finlandia”, explicó Alma Karla Sandoval.

El sueldo de Adelina parte de los $400 pesos, la cifra cambia dependiendo de las tareas que se le designen y que tan grande o pequeña es la casa en la que trabaja. Con el sueldo que percibe mensualmente se mantienen ella y dos de sus hijos. La más pequeña de sus hijas estudia y trabaja para poder cubrir los gastos de sus estudios.

Asimismo, Paulina García expresó no darle prestaciones o vacaciones a las mujeres que trabajan en su casa pero, aseguró que “de vez en cuando les doy ciertas ayudas (monetarias), como si fueran propinas, que la verdad lo agradecen mucho porque saben que es un dinero extra.

Adelina es la responsable del sustento económico de su familia.  «Lo que me pagan en las casas es lo justo y tengo que trabajar mucho para que nos alcance, hay meses que gano más que otros. Completamos con lo que mis hijos ganan para poder cubrir los gastos de la casa, el transporte y la comida”, dijo.

Los empleos que han surgido a raíz de la tecnología en aplicaciones como Uber, Didi, entre otros, se han convertido en alternativas viables para aquellas personas que no cuentan con un empleo formal. A pesar de las ventajas en horarios y accesibilidad que esta alternativa puede ofrecer, la falta de derechos y de protección laboral los posiciona cómo empleos informales.

Fernanda lleva el sustento económico a su hogar. Ella viva con su mamá e hija. «Mi mamá fue maestra y ahora está jubilada; me apoya cuidando a mi hija cuando salgo a trabajar, ya que soy madre soltera y lo que recibe de su jubilación es un complemento para los gastos de la casa”, comentó.

«Para que mis ganancias netas sean aproximadamente de $18,000 pesos al mes tengo que trabajar 10 horas o más al día durante toda la semana dependiendo de las distancias y el tiempo de ruta”, aclaró Fernanda, socio conductora de Uber.

Se cree que el sector informal es una parte pequeña en la economía de nuestro país, sin embargo este sector aporta el 21,9% al PIB de México. En el caso de las  mujeres con empleos informales, aportan 9 millones de pesos diarios según cifras del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN), sin embargo continúan en una constante de incertidumbre y vulnerabilidad.

La desigualdad de género en el ámbito laboral

La informalidad está altamente relacionada con la desigualdad salarial y de género pues las mujeres deben buscar otro tipo de empleos para cubrir sus necesidades básicas y es evidente que el trabajo formal está masculinizado por el sistema en el que nos desenvolvemos.

“Es una realidad que es más difícil que contraten a mujeres en las empresas, de la generación con la que me gradué la mayoría de los hombres ya tenía un trabajo y las mujeres seguían buscando”, mencionó Fernanda (egresada de contaduría y conductora de uber).

Con base en información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México en el año 2021 hay 50.8 millones de mujeres en edad para trabajar, sin embargo la tasa de participación laboral para las mujeres es de 41%, lo que quiere decir que el 59% no ha logrado ingresar al mercado laboral.

En la sociedad mexicana, el trabajo doméstico está sistemáticamente catalogado cómo una acción meramente del género femenino, es por ello que uno de los principales empleos informales que buscan las mujeres es la limpieza doméstica remunerada, representando alrededor del 4.5% de la población ocupada en el país.

“Claro que las empleadas domésticas deben ser mujeres, son tareas que nosotras sabemos cómo hacer bien, los hombres más bien son choferes o algo así”, comentó Adelina al preguntarle si los hombres también podrían trabajar cómo empleados domésticos.

La desigualdad de género en el ámbito laboral se convierte en una de las principales  causas por lo que las mujeres se desarrollan en el sector informal, pues la falta de oportunidades a las que ellas se enfrentan son más cotidianas. Con cifras del 2021, por cada 100 hombres en un puesto de trabajo registrado ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) hay únicamente 63 mujeres. Por consecuencia, hay más mujeres desempleadas que hombres.

«Además del gap salarial (brecha salarial), las mujeres enfrentan techos de cristal, suelos resbalosos y pegajosos. La discriminación de la que son objeto (no sujeto) es cosa de todos los días en país cuya cultura es misógina y feminicida”, expresó Alma Karla Sandoval.

La respuesta ante la COVID-19

A raíz de la pandemia por COVID-19, el número de personas que tuvo que acudir a algún empleo informal aumentó de manera considerable pues el recorte de personal fue la solución que las empresas encontraron a las bajas ganancias que se generaron.

En tan sólo un año se perdieron más de 12 millones de empleos formales e informales, debido a la emergencia sanitaria, de acuerdo a los datos publicados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). 

Las empleadas del hogar se vieron sumamente afectadas por la pandemia ya que debido a la contingencia sanitaria, muchas de ellas fueron despedidas sin ninguna garantía. Otras, como Adelina, perdieron gran parte de sus ingresos.

«Al principio del Covid-19 la señora me dijo que no fuera a la casa pero me iba a pagar solo  lo de dos días para no dejarme sin nada, después de un año ya fui regresando poco a poco a trabajar a las casas”, explicó Adelina.

A pesar que el desempleo vino a la alza, para hombres y  mujeres, fueron ellas quienes se vieron más afectadas. Tal y como lo menciona la doctora Alma Karla, «se vio con la pandemia, a las que despidieron primero de los trabajos fueron a ellas en lugar de los hombres», expresó Alma.

La tasa de desempleo en el país incrementó un 20.7%  para las mujeres, lo que significa casi el doble en comparación con los hombres que aumentó únicamente un 10%. Eran alrededor de 448,581 mujeres en el sector informal previo al inicio de la pandemia y para septiembre del 2021 se sumaron 93, 279 mujeres a la informalidad laboral en ocupaciones cómo trabajo doméstico, reparto a domicilio, conductoras de plataformas, comercio en vía pública, entre otras.

Tal y como lo hizo Adelina en la incertidumbre de la pandemia, hombres y mujeres tuvieron que buscar nuevas fuentes de ingresos económicos para el sustento de sus hogares. «Cuando vi que lo que me pagaba la señora durante el Covid no me iba a alcanzar para sustentar los gastos, los días que tenía libre vendía antojitos mexicanos en la colonia y con eso completamos un poco para los gastos de la casa”, mencionó.

Buscando la manera de lograr el sustento propio y de sus familias, otra de las alternativas que surgieron por consecuencia de la pandemia fueron pequeños emprendimientos en línea o por medio de redes sociales. Dichas microempresas se creaban a partir de redes de gente en común o conocidos cercanos a las que posteriormente se les conocía por el término “nenis”.

La doctora Alma Karla Sandoval en su artículo “Buchonas o nenis, igual deténganlas” menciona lo siguiente:

«Nenis», las llaman, y así las estigmatizan. La palabra se ha viralizado, para algunos proviene de la pregunta en redes, «¿dónde entregas, nena?», lo cual, dicho sea de paso, recuerda a aquello de «¿a qué hora sales al pan?»

Es otro modo de acosarlas. La precarización con la que las victimizaron las orilló a perder vergüenza, a volverse recursivas, a conseguir dinero, a ir evadiendo la miseria”, explicó Alma Karla Sandoval.

A pesar que el término fue creado con una connotación misógina y clasista para burlarse de estas mujeres emprendedoras, se buscó aprovechar la popularidad del mismo y fue utilizado por las mismas mujeres feministas para viralizar, valorar y visibilizar el emprendimiento femenino en la actualidad.

Por medio de empleos del sector informal, Adelina, Fernanda y cientos de mujeres más encontraron alternativas para salir adelante y sustentar los gastos de sus hogares luchando contra  un sistema patriarcal con desigualdades laborales , con poca seguridad laboral, sin garantías económicas y atravesando una pandemia mundial.

¿Qué sigue para el empleo informal?

Si bien es cierto que actualmente se ha buscado ofrecer prestaciones y seguridades básicas a las mujeres que tienen trabajos informales tales cómo trabajadoras de limpieza doméstica, repartidoras y conductoras de Uber, parte de estos esfuerzos no han podido concretarse de manera correcta.

Tal y cómo lo menciona la feminista Alma Karla Sandoval, “Aún falta un buen tiempo para que suceda. Ojalá los retrocesos en materia económica y derechos de las mujeres que significa la política del gobierno actual logren frenarse. No olvidemos que la tesis de Silvia Federici es fundamental para no pasar por alto esta asignatura pendiente: “Ustedes le llaman amor, pero no es más que trabajo doméstico no remunerado””, argumentó Alma Karla Sandoval.

Actualmente, los trabajos informales han ido consiguiendo algunas de las prestaciones y derechos laborales que asegura un empleo formal, sin embargo es un camino aún largo de recorrer para este sector.  “Creo que en 5 años va a ser más fácil pedir más beneficios en las casas donde trabajamos como tener IMSS, vacaciones y aguinaldos. Antes las mujeres que trabajamos en las casas ni pensábamos en eso”, comentó Adelina.

Desafortunadamente, en México el progreso de mejorar las condiciones de está problemática es mínimo. En los últimos años no se ha notado un gran avance o cambios positivos en esta materia. “Por desgracia, las mujeres van a tener que seguir recurriendo al trabajo informal porque no veo por dónde este país comprenda y ejecute políticas públicas que protejan a las mujeres, pues su desarrollo es un indicador veraz de desarrollo y crecimiento sostenido”, argumentó Alma Karla sobre el progreso de derechos en el sector informal.

Aunque el panorama podría parecer negativo, existen posibles soluciones para poder mejorar la situación del sector informal para las mujeres. Empezar por impulsar la cultura de equidad de género e igualdad de oportunidades en edades formativas desde primarias hasta universidades, para que, por medio de la educación las brechas salariales y de género se vayan deshaciendo. “Sí, lo considero tan importante como utópico (impulsar la cultura de equidad de género) Por eso necesitamos feminismo más que nunca, para generar contrapesos de cara a los autócratas”, expresó Alma Karla.

Las mujeres en el sector informal son una realidad en nuestro país. Es un tema que durante años ha estado presente y que ha estado acompañado de ventajas y desventajas para las trabajadoras y para el sistema económico del país. A pesar de que mejorar las condiciones para este sector sea un proceso largo y  un gran reto en nuestro país, ya existen leyes que protegen algunos de estos empleos informales y con el paso del tiempo surgirán nuevas ideas, leyes y posibles propuestas para mejorar está problemática.

«Necesitamos, como sociedad civil, como periodistas valientes y críticas, estar muy atentas y propositivas para lograr un cambio.  Ya lo dijo Simone de Beauvoir, «en momentos de crisis, los primeros derechos que se pierden son los de las mujeres», sentenció Alma Karla Sandoval.