Sexenios pasaron. La corrupción no cesó. Las instituciones se erigieron sobre alfileres y los corruptos se retiraron a temprana edad a sus casas de descanso.
El secreto a voces en buena parte del Estado de México era inmunidad e impunidad garantizada a quienes actuaban fuera del marco de la ley.
Dede hace décadas las cuentas y la transparencia son archovos y libros maquillados. Las realidades se sellaron en bóvedas secretas de bancos extranjeros y empresas fachada que blanquearon millones del amo en turno. Podría escribirse una enciclopedia de ella. Pero el pasado…pisado.
Por eso, quizá hoy, el gran reto y la gran exigencia silenciosa es: ¿habrá castigo para aquellos que saquearon municipios y las arcas estatales? La respuesta pareciera obvia. Pero en la práctica todo complicaría el funcionamiento administrativo. ¿Habría que reiniciar y empezar de cero la mayoría de las secretarías? Dudas no quedan. Sanear finanzas, limpiar estructuras y desinflar las nóminas.
A la par de eso no se deben ignorar los dos grandes pendientes que enfrentará Delfina Gómez: seguridad y acortar las tremendas brechas de desigualdad y acceso a servicios en cualquier punto que se analice del Estado de México. Un diagnóstico simplista pero que no puede ni debe seguir ignorándose.
Delfina Gómez ya hizo historia. El siguiente paso será comenzar a escribir capítulos que sean dignos de recordarse intergeneracionalmente. No basta con ganar, hay que saber gobernar y no caer en la misma soberbia tricolor de confoar en el mejor postor.
La clave será, sin duda alguna, salirse de Lerdo 300. No ser únicamente gobernadora en eventos. Seguir a pie de calle: escuchando, sintiendo y resolviendo.
Abrir la Caja de Pandora significaría quitar los alfileres y estar dispuesta a empezar de cero. Abrir la Caja de Pandora servirá ára ver el renacimiento y la refundación del Estado de México.