Hace unos meses, la hoy exalcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, causó indignación al hacerse pública una serie de imágenes en las que se le ve desayunando con Celso Ortega, líder de Los Ardillos, grupo criminal que controla parte de la región de la montaña de Guerrero. Eso ocasionó que la política fuera expulsada de las filas de Morena. Casi de forma natural, Morena no pudo retener el poder en la capital de Guerrero. Así, el pasado 30 de septiembre, Alejandro Arcos, emanado de la coalición PRI-PAN-PRD rindió protesta como alcalde. Una semana después, el 6 de octubre, fue asesinado.
La escena era dantesca. El reporte de su muerte se dio cerca de las cinco de la tarde. En la calle Moctezuma con el Andador Uno quien reportó aseguró que había una cabeza sobre el roldo de una camioneta tipo Robust de la marca Volkswagen. Lo que quedaba del cuerpo estaba en el interior del vehículo. Minutos más tarde se confirmó que se trataba del alcalde de Chilpancingo.
Tres días antes de este asesinato, el Secretario del Ayuntamiento que encabezaba Arcos fue atacado a balazos en el centro de Chilpancingo. También murió. Para muchos, fue un mensaje claro por parte de algún grupo del crimen organizado. Cuál. Aún no se sabe.
A raíz de ese crimen, Arcos exhortó a la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, brindarle protección a él y su gabinete. La respuesta nunca llegó.
Ante este crimen, la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, dijo en su encuentro con los medios de comunicación este lunes que se está evaluando la posibilidad que la investigación del asesinato del edil de Chilpancingo sea atraído por la Fiscalía General de la República y dar con los autores y el móvil de este crimen.