Entre mejor informados, más sanos los consumidores

Especialistas aseguran que contar con información más clara y accesible sobre ingredientes llevaría a consumidores a tomar mejores decisiones alimenticias

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Este jueves se llevó a cabo el panel «Etiquetado Frontal de Alimentos: retos y perspectivas» en el que académicos y miembros de la comunidad médica participaron con interesantes aportes en torno a la importancia del etiquetado frontal en alimentos y bebidas no alcohólicas, iniciativa que recientemente fue aprobada en la Cámara de Diputados y que llevaría a implementar el etiquetado de advertencia en alimentos y bebidas procesadas.

El panel citado, reunió a la Universidad La Salle, miembros de la comunidad médica y representantes de organizaciones de la sociedad civil quienes tuvieron en común el interés y respaldo a las nuevas disposiciones en términos de etiquetado, las cuales tienen como objetivo alertar a la población sobre el contenido calórico, grasas, grasas saturadas, sodio y azúcares de los alimentos en cuestión para contribuir a frenar Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) como sobrepeso, obesidad y diabetes.

A este respecto,Ma. Guadalupe Olvera Soto, doctora en Ciencias de la Salud, especialista en Salud Nefrológica y consultora para Project Hope, señaló que:

«El etiquetado frontal de alimentos es urgente, es necesario y suma; es bueno y es positivo para la Salud Pública, porque no hay sistemas de salud que aguanten el peso y el costo de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT) cuyo origen se encuentra en los malos hábitos de alimentación. Ciertamente falta mucho por hacer en materia de nutrición y educación para la salud, pero esto es un gran paso».

Durante su intervención, Alicia Ramírez Huerta, presidenta de la AMENAC, habló de la importancia de ofrecer al consumidor información clara y suficiente para conocer las características nutricionales del producto y ser una herramienta clara, no solamente para aquellos pacientes que cursan con patologías que requieren la restricción de ciertos nutrimentos como obesidad,  hipertensión arterial, diabetes mellitus, dislipidemias, arteriosclerosis, entre otras, sino también para la población en general.

En opinión de Ramírez Huerta, el etiquetado frontal es una herramienta que debe acompañarse de otras como las políticas públicas en salud acordes a los diferentes grupos poblacionales, se intensifican las campañas de prevención, se incentiva la educación alimentaria desde la infancia y se promueve la actividad física y los estilos de vida más saludables.

Jonathan Aguirre Valadez, miembro de la Junta Mexicana de Gastroenterología y de la Junta Mexicana de Hepatología, dijo que existen voces que defienden el etiquetado actual y argumentan que se necesita tiempo para evaluar sus resultados, “pero ese modelo también conocido como Guías Diarias de Alimentación (GDA) utiliza valores de referencia incorrectos y es incomprensible para la población. Los consumidores desconocen los conceptos que se incluyen en el etiquetado porque las empresas que elaboran los productos utilizan nombres y variantes de ingredientes como es el caso del azúcar, existen más de 100 nombres signados para los diferentes tipos: sacarosa, fructuosa, jarabe de maíz de alta fructuosa, entre otros, los cuales afecta principalmente al hígado”.

Por su parte, la licenciada en Nutrición Yaiza Bejos, responsable del área de Nutrición de la Universidad La Salle, dijo explicó que el etiquetado de alimentos debe ser claro y fácil de entender, pues es una herramienta fundamental en la comunicación de la información nutrimental, con potencial para influir en la elección de alimentos y bebidas, así como en los hábitos de las personas.

Finalmente, Brenda García, Health Coach y especialista en Nutrición Deportiva, destacó la importancia de contar con información real en las etiquetas de las bebidas rehidratantes que muchas de las veces no muestran con claridad la cantidad y el tipo de azúcar que contienen, pudiendo derivar en daños a la salud de quienes las consumen.

Los especialistas coincidieron en que el etiquetado frontal no debe considerarse una solución radical al problema de sobrepeso y obesidad en México sino como una herramienta que bien aplicada, favorecería la existencia de consumidores mejor informados capaces de tomar mejores decisiones al enfrentarse a los alimentos que se ofrecen en el mercado.