La pandemia internacional ha dejado un sentimiento de deserción para quienes seguimos aquí, luchándola. En varios países, los cuerpos comienzan a apilarse y la gente repudia estar encerrada, pero hay que elegir entre el asilo o estar a 6 pies bajo la tierra. La economía se ha derrumbado al grado en el que ahora debemos comprar pan blanco, pues el de centeno es 18 pesos más caro. Mientras las cosas pintaban como una simple contingencia, los días nos demuestran que las consecuencias de la infección internacional van más allá; el futuro no sólo está difuso, sino ni siquiera sabemos cuánto nos va a durar.
La situación nacional se mantiene tranquila, la expectativa de los contagios está en el aire; nadie nos dice nada claro. “Murió en el hospital por influenza”, dicen algunos, mientras que otros aseguran “que tenía complicaciones diabéticas”; todos están espantados de pronunciar las palabras ‘emergencia’ y ‘nacional’ en la misma oración. El subsecretario de salud, nuestro único “faro” en este mar abierto, afirma que “no existen elementos necesarios” para declarar dicha emergencia. Entre tantas mentiras, la mierda ya ni se huele.
Los locales cierran, los restaurantes sólo se suspenden. ¿Quién tiene más chances de sobrevivir? Opción A: Doña Estela y su local de ‘Jugos y Tortas Estelita’ en la esquina de Monterrey con Álvaro Obregón. Opción B) El presidente de grupo Alsea y sus operadores, a cargo de restaurantes como Starbucks, Domino’s Pizza y Vips, que recientemente optó por implementar un plan financiero que encamina – aunque la palabra adecuada sería “obliga” – a sus empleados a dejar sus puestos, de manera “voluntaria”, durante el tiempo que se viva la cuarentena nacional. La compañía impuso un programa en el que libera por 30 días laborales y sin goce de sueldo a sus trabajadores, señalando que “estamos ajustando a nuestro personal en todas nuestras marcas, reduciendo las horas de trabajo y plantilla en línea con demanda”.
Esta reducción le ahorraría a la compañía entre 4 mil 500 y 5 mil millones de pesos durante el 2020, de acuerdo con la notificación que fue entregada a la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). De esta forma, la inversión de capital anual bajará a menos de 2 mil millones de pesos.
“Cualquier otro proyecto que no sea esencial para continuar con las operaciones, incluidos todos los proyectos importantes de remodelación y mantenimiento, así como los proyectos de tecnología que requieren Capex y Opex y que no son indispensables también eran cancelados o pospuestos. […] Todos los contratos de terceros no esenciales serán detenidos”, mencionó Alsea en su comunicado.
De esta forma, la compañía se ahorraría unos cuantos millones, mientras cientos de familias tendrán que estar contando unos cuantos centavos para pagar servicios básicos como agua, luz y gas. Asimismo, hacen alusión a que los contratos “no esenciales” serán sesgados, sin embargo para lo que ellos no es indispensable, quizás para el proveedor o proveedora de una familia de cinco personas, probablemente lo sea. Al final, si algunos no se mueren por infección, pues que se mueran de hambre.