FROTEURISMO: La atracción por lo que no te pertenece

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Por Kat Villalpando.

Fue en el 2007 cuando Marcelo Ebrard puso en marcha el programa Acoso Cero, designando tres vagones para el Metro de la Ciudad de México – ya no sólo dos, como la iniciativa del año 2000 – específicamente para el uso de las mujeres. Pero, ¿con qué motivo? Las cifras de acoso sexual en aquél entonces eran alarmantes. 

Según la Jornada, el abuso sexual, después del robo sin violencia, fue el delito que más se cometió dentro de las instalaciones del Metro. Esto quiere decir que no sólo era acoso verbal, muchas de tus tías, y tu misma madre, puede contarte la pesadilla que era subirse a un vagón mixto en hora pico hace unos años. “…ya lo menos que podías hacer era enojarte, simplemente sentías cómo te embarraban todo y sólo te tocaba esperar a llegar a casa.”

Sin duda los vagones designados a mujeres han sido una medida bastante drástica que, aunque para nosotras ahora es un alivio y el medio de transporte en el que más nos sentimos seguras, sigue siendo sólo una manera de encubrir a una sociedad en estado de descomposición. 

No sólo es acoso sexual, en muchos casos es un trastorno parafílico.

Más allá de la disposición del gobierno y las medidas tomadas ante estos casos de acoso y violencia, la pregunta real es: ¿Por qué existe la incoherencia de tener que aislarse y separarse? Lo ideal sería que, por un lado, los acosadores dejaran de ser acosadores y por otro, que éstos no salieran impunes.

El problema aquí es tratar de normalizarlo. Seguir tratando a los acosadores como hombres, cuando no son sólo eso, padecen de una filia que se llama froteurismo. 

Cuando se habla de froteurismo, nos referimos al trastorno parafílico en el que una persona tiene fantasías, impulsos o conductas sexuales mediante el deseo irrefrenable de frotar o tocar a otra persona sin su consentimiento. 

Y he aquí la palabra clave: consentimiento. 

Cuando alguien no actúa con el consentimiento de la otra persona, inmediatamente se convierte en un abuso. Es una manera de violentar, porque no sólo implica satisfacer ciertos deseos sexuales con un “algo” como cualquier filia (por nombrar algunos casos, hay gente que se siente atraída por los pies, por ropa con materiales como látex, etcétera), aquí se habla de la ausencia del conocimiento de la otra persona. En ocasiones, esto puede considerarse una enfermedad patológica. Y por obvias razones, el froteurismo no es legal como lo pueden ser muchas filias que simplemente se quedan en el parámetro de “atracciones peculiares”. El froteurismo va más allá. 

SRETUORF y otros grupos frouteristas en Facebook 

Si para algo las redes sociales han funcionado, es para conectarte con cualquier tipo de individuo que sería imposible conocer si no fuera por la existencia de estas herramientas y plataformas digitales. 

SRETUORF, como su anagrama bastante escueto lo dice, leído de derecha a izquierda, fue un grupo de froteuristas descubierto en Nuevo León, por dedicarse a pasarse “tips” de en qué estaciones del metro y en qué horarios, es fácil acosar a mujeres. 

En este tuit podemos ver una historia que pareciera tomada de un libro de terror; un hombre narra, paso a paso, la manera en la que acosó, persiguió y violó a una joven. 

Afortunadamente, este grupo fue denunciado, nuevamente en redes sociales, y al parecer ya no hay rastro de él. Sin embargo, es de esperarse que no sea el único ni el último que va a haber y que, así como éste enfermo, seguro existen miles allá afuera.

¿Y qué pasó a segundo plano? La salud psicológica de esta joven, de la que no tenemos paradero. La reparación de daños es un tema que también se pone en juego; que se reparen las consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de esos derechos, junto al pago de una justa indemnización a la parte lesionada, debería de ser básico en estos casos, porque forma parte de los Derechos Humanos. ¿Cuántas mujeres sufrimos de depresión o ansiedad a raíz de un abuso sexual? Es algo con lo que se vive y hasta ahí, si nosotras no somos las que vemos por nuestra salud mental después de un shock así, nadie más la ve. 

Entonces, nuevamente, cuestionémonos. El problema es mucho más profundo de lo que parece y es un error minimizarlo, pasarlo por alto y no entender que, en muchos casos, el acoso sexual tiene implicaciones psicológicas que deben ser tratadas a nivel social. 

El gobierno es completamente responsable de crear políticas públicas y educación con perspectiva de género. Porque esto no termina eliminando un grupo de Facebook o separándonos en vagones por género, esto sólo inclina la balanza de un lado, y definitivamente no es a nuestro favor como mujeres.