Por Aldo M. García Castañeda.
El director Galder Gaztelu-Urrutia nos presenta un filme con un fuerte subtexto social y político que nos está dando mucho de qué hablar. El hoyo es un fenómeno español que está arrasando con los tops de películas en los servicios de streaming bajo el nombre de The Platform.
Este inquietante filme fue estrenado en cines durante noviembre del año pasado y fue nominado a varios premios Goya y premios Feroz; el particular thriller de ciencia ficción estaba destinado a ser un trabajo de poco impacto mundial, hasta que se encontró con los caza talentos de Netflix, quienes rápidamente se hicieron con los derechos tras su increíble reconocimiento como mejor película en el festival internacional de Cinema Fantástic en Cataluña.
El Hoyo puede ser definida como una distopía, pues es una especie de cárcel o prisión dividida por más de 200 niveles, cada uno contando con la presencia de dos personas, que si bien pueden estar muy locos o muy hambrientos, incluso, ambas.
Las reglas son muy claras: entras por el tiempo que tú desees, tienes la compañía de un objeto material – puede ser un libro, una espada, un animal, un cuchillo o cualquier otra cosa – y cada día, por cada uno de los niveles, baja una plataforma llena de comida, se detiene por poco tiempo para que todos se alimenten. La plataforma empieza desde el primer nivel y va bajando con las sobras hasta el último, lo que nos hace cuestionarnos, ¿cuánto le podría tocar a los de abajo? Todo depende de cuanta comida dejen los de arriba y es que nadie puede salvar ni un bocado para luego, porque de ser así, su nivel recibe cambios drásticos de temperatura. Cada mes, la estancia en los niveles rota, como también puede rotar tu compañero, así que quien está hasta abajo, puede estar también en la cúspide; si es que sobrevive, porque, ¿quién de los primeros niveles sacrificaría su comida para que llegue a los últimos? Y eso es lo que nos quiere dar a entender este auténtico filme: la diferencia de las clases sobre un sistema injusto y cómo las cosas pueden cambiar de un día a otro, poniéndolos a prueba de una manera muy radical.
El protagonista, interpretado por Iván Massagué, es un idealista que busca provocar un cambio y, poco a poco, va descubriendo el porqué de todo el sádico juego, entendiendo las normas y cómo jugarlo.
Esta es la primera producción de Gaztelu-Urrutia que alcanza tal difusión internacional y esperamos con ansias su siguiente trastornado proyecto.