Por: Jimena Valdés
Si hace un año o es más hace apenas unas semanas, me hubieran advertido lo que hoy estamos viviendo, no lo hubiera creído o simplemente pensaría que se trata de un libro o una película sobre virus, bacterias asesinas o las tan sonadas ideas sobre el complot internacional y el terrorismo de laboratorio.
Pero bueno, como creo que la vida misma se ha encargado – por lo menos en mi caso- de demostrarme, nada es para siempre y realmente vivimos una existencia llena de múltiples contingencias, de las que finalmente sólo nos resta aprender.
De manera personal, considero que la del Coronavirus es una gran lección para todos, es más aunque pueda sonar como una total locura, tal vez hasta sea un regalo. Lo digo así porque me considero una total adepta a aquella tan repetida pero tal vez poco asumida frase que nos dice que de toda crisis salimos más fuertes.
Efectivamente “la crisis del coronavirus” nos ha traído dolencias como los fallecimientos, la recesión económica, el miedo, la ansiedad… Sin lugar a dudas son situaciones difíciles que en el mundo entero enfrentamos. Sin embargo, tal vez sea momento de mirar la situación desde otra postura: la de la GRATITUD; y entonces desde ahí voltear hacia nosotros mismos y respirando bien profundo encontrar sus regalos.
Me atreveré a enumerar los míos:
1. La salud: cuando era pequeña, mi abuelita constantemente repetía la frase “con que tengamos salud”, hoy sus palabras retumban en mi cabeza y una vez más asumo el “que sabia es mi abuela”.
2. Bajar el ritmo: creo que en los últimos quince años, difícilmente había pasado una semana en casa, sin las aceleradas rutinas mañaneras que personalmente ya incorporaba como “cero estresantes” basadas en la disciplina y en el cumplir con todo y con todos. Simplemente el encierro me ha permitido ver que tal vez he “estirado demasiado la liga”.
3. Reconectar: gracias al COVID he pasado más tiempo con mi hijo Tadeo que durante los 6 años de su vida, nunca había sido tan su mamá, su compañera de juegos, su amiga, su confidente, su Miss (bueno incluso nos gustan las matemáticas y dice que conmigo el inglés es divertido) como lo he sido las últimas semanas.
4.De regreso a los básicos: ¿qué tal si valoramos todo? El poder respirar profundo varias veces, el mantener el cariño a pesar de la distancia, el contar con la posibilidad del tele trabajo, el tener comida segura en la mesa, el contar con un lugar en donde poder encerrarnos, el que el amor no se acabe y al contrario crezca a pesar de la separación física.
5.Seguir el método Marie Kondo: darnos el tiempo de limpiar, de sacar y luego de ordenar. Esto no sólo aplica para las cosas materiales, sino también en nuestros sentimientos, nuestros apegos, nuestros afectos y en el modo en el que utilizamos nuestros pensamientos.
6. Solidaridad que siempre y a pesar de todo está ahí para nosotros.
Y bueno podría seguir con una larga lista de los regalos que el Coronaencierro me ha aportado, sin embargo cerraré diciendo que el más grande de todos, ha sido la oportunidad de ejercer la GRATITUD, es decir de fortalecer el poder que tenemos los seres humanos para transformar las condiciones adversas…
Yo estoy segura de que esta cuarenta nos permitirá un verano lleno de frutos.