Por Anahí Lima.
La semana pasada dos mujeres tocaron la puerta de mi casa pidiendo algo de comer. Una de ellas, una joven alrededor de los treinta y cinco años de edad, vendía dulces sin precio fijo: donación voluntaria. Unos días después escuché a otra señora pidiendo a los vecinos un poco de comida, cuando llegó a mi casa me sorprendió que siguiera con las manos vacías. Durante los seis años que he vivido aquí nunca se había presentado una situación similar. La calle de mi casa es una cerrada, cerca de un pueblito pero en la zona residencial, lo suficientemente apartada para no tener tránsito de personas más allá de los mismos vecinos y sus visitas, y en ocasiones, repartidores de comida. He tenido claro que incluso el escenario más favorable de esta crisis sanitaria, económica y social, nos perjudicará de alguna manera. Me pregunto si podría estar haciendo algo más para compensar el daño además de quedarme encerrada y regalar algunas manzanas a quienes toquen la puerta de mi casa.
A vísperas de la entrada de México a la Fase 3 de la epidemia por COVID-19, el subsecretario Hugo López Gatell dejó claro desde el 28 de marzo que el mes de abril es nuestra “última oportunidad” para frenar la intensidad de la epidemia. Desde entonces la incertidumbre y tensión incrementan, al igual que la desconfianza en el gobierno, la cual es alimentada por una memoria histórica de engaños, relatos que contradicen la información oficial, y la distribución masiva de fake news e n la era de las redes sociales. Nos asfixiamos mientras se agota cada vez más el aire de la esperanza.
Mientras tanto, un grupo de mexicanos trabaja desde Hermosillo, Sonora, para replicar una de las alternativas de respiradores de bajo costo impresos en 3D, idea originalmente creada por el equipo de Reesistencia Team en España. La carencia de insumos en los hospitales, la alta demanda a nivel mundial, los precios elevados y la saturación de los sistemas de salud complican el acceso a respiradores. El proyecto en desarrollo por ReesistenciaTMX permitiría brindar la atención necesaria a pacientes de COVID-19 en estado grave. Aunque los respiradores no sustituyan el equipo profesional, podrían marcar la diferencia entre la vida y la muerte. El equipo sonorense mantiene a la población actualizada
sobre los avances por medio de su cuenta de twitter (@ReestistenciaTMX). Asimismo, piden apoyo de donativos o equipo faltante para la elaboración de los respiradores.
Como ellos, somos muchos los mexicanos que nos enfrentamos a una preocupación colectiva, pero menos los que ponemos manos a la obra antes de que sea demasiado tarde. Puede que nuestra historia ante los desastres sea dolorosa; sin embargo, nos deja una enseñanza clara de que, más allá de la polarización social causada por la política y los gobiernos ineficientes, somos una nación que da mejores resultados cuando trabajamos agarrados de las manos del otro. Hemos pecado de irresponsables todas las veces que en el pasado nos soltamos. Las posibles consecuencias de la situación que enfrentamos el día de hoy nos recuerdan que no estamos realmente bien, si no lo estamos todos. No cometamos el error de volver a olvidarlo.