Por María José Valencia E.
La primera traducción que obtuvo la aclamada obra literaria a nuestra lengua fue hecha por Bonifacio de Carril, y su primera publicación en español no fue sino hasta septiembre de 1951, varios años después de su primer edición. Hoy en día, es muy fácil conseguir la novela infantil, pues su sencilla, creativa y original lectura no son razón de más para agregar a su ya establecido encanto. El Principito fue dada a conocer en Francia el 6 de abril de 1943, escrita e ilustrada por Antoine Saint-Exupéry, quien era un reconocido piloto y escritor.
Adaptado a obras de teatro a pantalla grande, series, ballet y hasta ópera, El Principito es una narración corta, que narra la historia de un joven príncipe que parte de su asteroide – el autor, siendo piloto, se lucró de su profesión para darle vida a esta imaginativa narración – a una travesía por el universo. Es así como descubre la extraña forma en que los adultos ven la vida y comprende el valor del amor y la amistad, a través de divertidas pero profundas lecciones en su camino.
Siempre se conservará como un clásico, pues es una novela que marcó a más de una generación; enseñó y continua enseñando lo bonito de la vida a través de los ojos de un niño, quién también es el lector preferido del cuento. Y a los adultos nos recuerda cosas tales como: «Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió».