La magia de las plantas en la cuarentena

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Por M. Tuda.

«Un jardín lleva así al hábito cotidiano de la belleza, como el pan de cada día; eso lleva inconscientemente a la meditación espontánea, sin ningún esfuerzo y con una tensión nerviosa reducida al mínimo.» – Luis Barragán al consejo de arquitectos de California y la conferencia de Sierra Nevada, California, 1951.

A diario me pregunto todo lo que pasa afuera y no lo vemos. Es muy cierto que el país y el mundo afronta un verdadero reto, no sólo salubre, sino también económico y social. Hay muchas cosas que no vemos. Me encanta pensar en el número de artistas que saldrán de aquí; sin embargo, es cierto que tardaremos en saber las cosas que pasan.

Pero ahora, imaginemos un poco más a detalle todos los pequeños momentos que nadie atestigua. El guardarnos en casa (los que hemos podido) ha permitido el avance de un ser benéfico que limpia, alquila y regala. Las plantas.

Este momento de cuarentena nos ha tocado en el tiempo (para algunos) del llanto más bello. ¿Cuántas miles de flores regadas por el suelo? ¿Cuántas hojas descansando su sombra sobre el suelo? ¿Cuántas abejas repartiendo vida? ¿Cuántos tapetes de flores que no han sido limpiados?

Si bien es cierto que es la época de mayor calor en la Ciudad de México, ¿cuántos milagros pasan frente a nuestros ojos sin que lo sepamos? Creo firmemente que la primavera es la época de los milagros. Y creo necesario para salvarnos de la locura, prudente no alejarnos de estos milagros. Escribo esto mientras con mi familia contamos los pequeños brotes del limonero y mis gatos persiguen abejas como niños jugando.

«Ya se ve que es condición de un jardín aunar lo poético y lo misterioso con la serenidad de la alegría.» – Jardines, discurso de aceptación del Pritzker de Luis Barragán

¿Y si no tengo un jardín? No es necesario tenerlo; un balcón, una ventana, una maceta. Si bien, a todos en la primaria nos enseñaron que las plantas transforman el Co2 en oxígeno, es cierto que transforman la profunda tristeza y soledad en alegría, serenidad y compañía.

Las plantas y los árboles crecen hacia ambos lados. Son bellas por alto, sin embargo, echan raíces por abajo; es proporcional lo que son y de dónde vienen, aman o se adaptan al lugar donde estén, ya sea una pobre banqueta, una llanura o un peñasco. Sin sus raíces, se caerían y, ¿qué pasa con nosotros, si no aprendemos a querer el lugar dónde estamos y de dónde venimos? Que la palabra raíz se use en ambos sentidos, me parece bellísimo. Un árbol no está orgulloso de sus raíces, entiende que son parte vital de su existencia.

Otra bella lección de la escuela primaria fue germinar un frijol, enseñarnos cómo se da la vida; inténtalo con lo que encuentres, esta época es tan maravillosa que todo se da y todo nos enseña.

Los invito a escuchar a sus plantas, dejarles que les cuenten historias de cómo crecen sus hojas; que hagas de tu casa/departamento/balcón, la bella memoria de lo maravilloso que puede ser; ver crecer las cosas, poder apreciar en hojas y ramas, el difícil arte del tiempo.