Eduardo López, Economista y académico de la Escuela de Gobierno y economía de la Universidad Panamericana
En esta ocasión quisiera que reflexionáramos sobre dos cuestiones en el marco de la pandemia del Covid-19: economía e inseguridad en México.
A primera vista es probable que pensemos que ya no podríamos caer más. Pero créame, siempre se puede ir más abajo. Si bien la situación provocada por la crisis sanitaria derivada del COVID-19 ha venido a movernos el tapete, nuestro país se encontraba mal parado desde antes.
La llegada de este virus nos agarró ya enfermos. Imagine una persona que tenía un resfriado que a complicarse hasta convertirse en grip. Luego, vino la neumonía. Justo en ese momento, resulta que además le diagnostican otra enfermedad mucho más grave. Sin más, eso es lo que le sucede a nuestro país.
Hoy, la única forma de que nuestro paciente hipotético salga adelante es ponerse en manos de los expertos y seguir al pie de la letra las indicaciones. Obviamente, si esta persona decide únicamente tomar aspirinas porque a su parecer es lo único que lo puede salvar, tendremos un funeral en puerta.
Pero… ¿qué tiene que ver esta analogía con la cuestión económica y de inseguridad?, Vamos por partes. Lo económico lo podemos ver como la neumonía, es decir ya estábamos muy graves y en lugar de seguir el tratamiento que todos, absolutamente todos los médicos y expertos nos dieron, “ya saben quien”, decidió dar a conocer su decálogo de “apoyo económico”. Si de acuerdo con las sagradas escrituras, Moisés nos dio el decálogo que Dios le entregó para la salvación del hombre, por qué no, hoy el mesías de cuarta, perdón, de la 4T, tenía que dar a conocer su decálogo de salvación que a mi parecer, no es más que una reverenda tontería.
En el punto uno, menciona que le reducirá en 25% el salario a los funcionarios de alto nivel: de subdirector para arriba y que además les quitará el aguinaldo. ¿Acaso las personas que trabajan en la administración pública no tienen familias y compromisos económicos? De continuar así, lo único que se puede ver a futuro es que trabajar en el gobierno cada vez estará mas abaratado y lejos de convocar a profesionales calificados, lo único que se logrará es que los menos capaces lleguen a esos puestos. Claro hoy empezando por “ya saben quien” y sus floreros (los secretarios de estado) son prueba de lo que digo. Por cierto, si cada vez las personas tienen menos ingresos, habrá menos consumo y por consiguiente la economía no mejorará.
En el punto 2, menciona que no se ejercerán 500 mil millones de pesos presupuestados para servicios materiales y suministros. Pero no mencionó para qué serán utilizados (seguramente en sus programas clientelares más no en salud); punto 3: desaparecerá 10 subsecretarías, asegurándole a los que ostentaban esos puestos el mismo rango y salario. Entonces, ¿cuál es la razón de esto?
Punto 4: cierre de oficinas que no atiendan directamente a la población, pero como no habrá despidos, reubicarán a las personas. ¿En dónde?, no sabemos. Punto 5: suspendió el gasto de gobierno salvo en programas prioritarios, es decir, dejará de gastar (excepto en sus programas “sociales” y sus obras sin sentido) Refinería Dos Bocas, Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (Santa Lucía) y el Tren Maya; Punto 6: le dará a la Secretaría de Hacienda facultades sobre las participaciones federales a los estados, algo que ya tenía la Secretaría. Por lo visto, ni el supuesto Secretario ni su consejero jurídico sabían y por lo tanto, no se lo dijeron.
En el punto 7 mencionó un trato de excepción para las Secretarías de Marina, Defensa, Salud y la Guardia Nacional, pero para variar tampoco dijo en qué consistía esa excepción, aunque sabemos que nada tiene que ver con actividades de seguridad, salvo Salud, los otros o corretean centroamericanos o andan de albañiles; punto 8, aplicar rigurosamente la Ley de austeridad república, ¿pues no se supone que su gobierno ya lo hacía?, ¿no se supone que ya no había corrupción ni despilfarro de recursos?, significa entonces que en la 4T ¿hay vivales, pasados de listos?
Los últimos dos puntos lo único que reflejan es su falta de conocimiento en temas marcoeconómicos. Dijo que la eficiencia, la honestidad y la austeridad, le permitirán tener un fondo de poco más de 600 mil mdp, que por supuesto serán destinados a sus obras sinsentido y programas clientelares. Lo mismo que mencionó en otro punto, reafirmando que más allá de cuidar a la ciudadanía y al país, lo que importa son sus obras de cuarta. Finalmente, volvió a la tontería de asegurar la creación de 2 millones de empleos, como lo dije en mi columna anterior, ni yendo de rodillas a Chalma se va a lograr.
Dentro de su decálogo, en ningún momento mencionó apoyos a las micro, pequeñas y medianas empresas, ni a las personas cuyo trabajo ha desaparecido por la situación actual. Tampoco se mencionan los mecanismos para lograr todo lo que promete. Pero sí se atreve a lanzar amenazas al Banco Central sobre el uso de las reservas internacionales. La falta de sensibilidad del tabasqueño hacia la situación económica actual no debe sorprendernos. Su mundo se quedo en los años 70 y créame no se va a actualizar.
El otro tema que le propongo reflexionar es la inseguridad en el país, en otras palabras, es la enfermedad mortal que nos diagnosticaron posterior a la neumonía; mientras que algunos medios de comunicación y el gobierno se concentran el número de muertos que la pandemia está dejando, nadie habla sobre un pequeño detalle, de acuerdo con el informe diario del gabinete de seguridad federal del 1º al 20 de abril de este año, han muerto por homicidio un total de 1,891 personas, es decir, murieron en promedio 85.9 personas cada día, el 19 de marzo, fue catalogado como el día mas violento de este año, con un promedio de 105 homicidios, Guanajuato continúa como el estado más violento del país, si comparamos cifras, desde que inició la pandemia hasta el 20 de abril se habían reportado 712 muertos por COVID, es decir, ni siquiera el 50% del número de muertos que hemos tenido por homicidio en tan solo 20 días de abril, pero de esto el morador de palacio nacional, tampoco dice nada, ni da una estrategia. Considerando las cifras alguien podría decir que si no lo mata el virus, morirá asesinado.
Hay mas muertes por violencia que por el virus y el residente del palacio nacional guarda silencio, ¿realmente hay quien puede creer que las cosas mejorarán con sus decisiones?, ¿realmente hay quien le seguirá aplaudiendo y festejando todas las tonterías que hace a pesar de los muertos?, lo triste mis queridos amigos, es que sí hay quienes le creen y le aplauden, a todos ellos lo único que les preguntaría es: ¿Todo bien en casa?…