Home Office: la nueva realidad de los Godínez

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Por Patricia Talavera.

Las plegarias godínez han sido escuchadas y atendidas: el día de hoy, debido a la contingencia sanitaria, nos vemos obligados, quienes tenemos trabajo de oficina, a recurrir al famoso “home office” o trabajo en casa”. Esto resulta una buena herramienta cuando por motivos, como el que ahora atravesamos, no es recomendable asistir a la oficina. En la Ley Federal del Trabajo el capítulo XII está dedicado al trabajo en casa, del artículo 311 al 330.

Al inicio es una bendición, nuestras oraciones de espíritu godín rebelde, que pedían compasión por los largos traslados de la casa a la oficina, medidas para hacer rendir más el sueldo que nos pagan y tener así más tiempo con la familia, han sido escuchadas y atendidas. Sin embargo, con el paso de los días, lo único que prevalece es poca coordinación, poca confianza, menos tiempo con la familia y los gastos, lejos de ser menores, aumentan. Ahora lo que pedimos es regresar a las oficinas. Parece que nos gusta imaginar que lo otro está mejor que lo que tenemos, en lugar de agradecer y explotar las bondades de lo que tenemos.

Entonces, ¿es una oportunidad o no trabajar desde casa? Si bien, los pros y contras apreciativos son muchos, lo cierto es que para quienes trabajamos en oficinas completamente rígidas, donde todo se comunica a través de escritos y la comunicación vertical prevalece en todos los sentidos, es una gran oportunidad. Este esquema laboral nos permite desarrollarnos mejor con base en nuestras fortalezas y destacar nuestras virtudes, atendiendo al fin de la productividad. Posiblemente este sea el inicio de la transición del esquema vertical a una comunicación más horizontal.

El trabajo en casa permite muchas bondades, si las sabemos aprovechar quizá el Covid-19 sea el parteaguas para que, desde ya, hasta en la institución más rígida (gobierno) se contemple al menos un día a la semana de trabajo en casa, aprovechando los beneficios de ambos esquemas, el presencial y el trabajo en casa.  

Es importante nunca olvidar estas recomendaciones al practicar home office: 

  • Confianza: Demostrar la confianza en tu equipo será fundamental, pues habrá momentos donde no tengas comunicación con este durante días enteros. Sin embargo deber tener plena certeza que están siguiendo tus instrucciones y elaborando el proyecto de la mejor manera posible. 
  • Comunicación: La comunicación deberá ser con mensajes claros y precisos, es importante especificar lo que esperamos como respuesta.
  • Canales de comunicación ad hoc: Si se desea dar una instrucción lo mejor es un mail o una llamada telefónica directamente. Las videoconferencias son para instrucciones que tienen que ver con los objetivos institucionales, no tiene sentido hacer una videoconferencia con varias áreas para tratar asuntos de sólo un área. Los chats deben fungir como canales que permiten la comunicación continua, no es necesario enviar un mail diciendo: «ya voy en la etapa final de proyecto».
  • Fechas límite: Poner una fecha de entrega para cada trabajo resulta prioritario para recibir lo que sea desea. Procura no poner la misma fecha límite a todos tus subordinados, porque tendrás agenda saturada de revisiones. Es mejor espaciar las entregas. 
  • Organización: Priorizar de manera apropiada los temas urgentes, no urgentes, importantes y no importantes es básica para el trabajo en casa, pues la casa te permite mayor enfoque en tus tareas.

Por otro lado, mantener a los equipos de trabajo ocupados no significa que estén trabajando. Los breves descansos son necesarios bajo estos esquemas de trabajo también, pues esto fomentará mayor efectividad y productividad. Hoy, más que nunca, debemos tomar conciencia del valor de la persona en el trabajo, las habilidades son lo importante. Es momento de cambiar paradigmas, a los asalariados no nos pagan por acciones, nos pagan por decisiones y conocimiento. 

Por favor, en esta cuarentena, no trabajemos sólo por llenar una agenda, atendamos objetivos reales. No hace falta matarte trabajando, falta organizarnos para trabajar lo necesario y lograr lo extraordinario con el menor esfuerzo posible. Sólo así tendremos tiempo para fomentar y disfrutar lo que nos alimenta algo más que el cuerpo y la mente, aquello que nos alimenta el alma.