La Vasconcelos: un deleite suspendido sobre el caos

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Por Nicole Charreire. 

Un espacio experimental que invita a la reflexión y a la mente, encapsulado de inspiración. Un día como hoy en el 2006, se inauguró la Biblioteca Vasconcelos, abriendo sus puertas para adentrarnos a un poema erigido en recinto que iluminaría a cualquier curioso de la cultura.

Acelerados en una sociedad de la era digital, cuando todos comenzábamos a conectarnos al internet y los datos móviles, la Vasconcelos sembró un espacio desafiante que florece en todo lo que encapsula, alberga un fondo milenario de la cultura. Es un ambiente de inclusión e instrumenta actividades culturales, educativas e informativas.

“La Biblioteca Pública de México de Alberto Kalach responde a una declaración clara: cree un recinto monumental, aislado de su entorno para regenerar el desagradable espacio urbano que lo rodea”. – Texto por Miguel Alonso del Val.

Nada se compara con la experiencia que envuelven las actividades que coadyuven a las manifestaciones artísticas e intelectuales en el acervo ambiental del edificio contemporáneo intervenido con estantes flotantes de transparencias en los pasillos y paredes de cristal. El esqueleto de una ballena suspendida en el aire con una metonimia de círculos y elipsis semejantes al movimiento de las olas y a las ondas sonoras; aún más maravilloso, lleva a cabo un proceso de reordenamiento del conocimiento humano y conecta la urbanización con la naturaleza mediante 168 especies arbóreas, arbustivas y herbáceas. El diseño estuvo a cargo del arquitecto mexicano Alberto Kalach, ubicada paralela a las vías del tren en Buenavista en la zona norte de la ciudad de México.

Alberto Kalach.

Rescatando la visión sobre la Matrix Móvil, un texto escrito por Pedro Rosenblueth para Alberto Kalach, me parece fenomenal emplearlo para enfatizar lo que conserva el caparazón de la biblioteca que está aterrizada en una de las ciudades más caóticas y pobladas del mundo.

“Fue Jonás quién, al sobrevivir durante 7 días adentro de la ballena, edificó en su mente un espacio en donde podría alojar a semejante criatura. Pero la mente es siempre más grande por dentro que por fuera, y el espacio fue creciendo hasta convertirse en una gran bóveda; la cual Jonás fue llenando con sus pensamientos. Tenía pensamientos de todo tipo y los fue organizando según distintas categorías, creó un sistema numérico para catalogarlos y le designó un color a cada uno para poder reconocerlo.

Día a día Jonás descubría un nuevo lugar en el espacio y se daba cuenta que la bóveda crecía conforme él la iba recorriendo. La ballena había quedado perdida en la inmensidad de su memoria y sintió una gran soledad. Fue así que un día se aventuró a salir y descubrió que estaba en un jardín rodeado por árboles y plantas con formas y colores imposibles de catalogar, sintió la vida crecer entre sus pies y pudo escuchar el murmullo de las hojas que le decían: Jonás, ¿En dónde han quedado las hojas, los troncos y las ramas? – Jonás respondió: Están suspendidas en el tiempo, como el esqueleto de una ballena.”

— Pedro Rosenblueth

Este espacio, gracias a su libre acceso y cápsula de inspiraciones, es una invitación a la imaginación, a la introspectiva intelectual y artística dentro de la sensibilidad humana como escape del caos que emerge día con día.