No iban ni 10 días de junio y ya se nos habían mostrado las dos caras de una misma moneda en la política mexicana. Por un lado, el 3 de junio, la entonces senadora Sin Partido, Lilly Téllez, se incorporó a las filas del PAN después de haber dejado a MORENA. Fue llamada traidora, por los morenistas, pero también mujer de principios, por sus nuevos aliados.
Casi una semana después, José Ramón Enríquez anunciaba su salida de Movimiento Ciudadano para incorporarse a la bancada de MORENA, esto mientras la oposición bromeaba con el proyecto BOA. Mientras los nuevos aliados le reconocían su llegada a la Cuarta Transformación, sus excompañeros le llamaban traidor y vendido.
Estos ejemplos no son ni para decir que alguien es traidor/traidora o congruente con sus ideales, son ejemplos para mostrar que el chapulín político es un animal que existe, pero que no sólo va brincando de un cargo político a otro, sino que, en otras ocasiones, va de un partido al otro.
Hoy en ambas Cámaras abundan casos de chapulines políticos, incluso con casos de quienes han saltado entre varios partidos. Un ejemplo es Ricardo Monreal. El hoy coordinador de los senadores de MORENA inició su vida política en el PRI. Fue férreo defensor de ese partido, incluso fue de los que impedía la instalación del congreso en 1997, cuando el PRI dejó de tener la mayoría y necesitaba de votos de la oposición para sacar adelante las reformas de Zedillo. Al año siguiente, cuando el PRI le negó su registro para aspirar a ser candidato a gobernador de Zacatecas, Monreal pasó al PRD, siendo candidato y ganando la gubernatura. Al término de su mandato, llega a ser senador por el PRD en 2006, al cual abandona dos años después para irse al PT, aliado del partido al final del día, y volverse el coordinador de ese grupo parlamentario.
En 2012, de la mano de Movimiento Ciudadano, llega a la Cámara de Diputados, donde actúa como el coordinador de ese grupo parlamentario por dos años, hasta que junto con varias diputadas y diputados, y con la venia del PRI, conforma el grupo parlamentario de MORENA, que si bien no tenía prerrogativas, se le autorizó su conformación. A partir de ahí, Monreal ha sido delegado de Cuauhtémoc y por un tiempo estuvo tentado a brincar, de nueva cuenta, de partido ante la negativa de ser el candidato a Jefe de Gobierno de la CDMX.
Otro caso es Porfirio Muñoz Ledo. De los más veteranos en la política, Porfirio ha sabido hacerse presente en momentos históricos y adaptar sus discursos según su conveniencia. Priísta por muchos años, tantos que llegó a coincidir con los genocidas del 68, Díaz Ordaz y Luis Echeverría, aplaudiendo el informe del primero ante los sucesos del 2 de octubre. Abandona el PRI de cara a las elecciones de 1988, junto con Cuauhtémoc Cárdenas, cuando el partido se niega a abrir su proceso para la elección del candidato presidencial. Se vuelve senador de oposición y es recordado por increpar a Miguel de la Madrid en su último informe presidencial, siendo incluso sacado del Salón de Sesiones.
Sale del PRD y rompe con Cárdenas cuando no logra ser el candidato a la presidencia, en 1999, y se va al extinto PARM, donde al final declina por Vicente Fox, quien fue su contendiente también en 1991 cuando buscaban gobernar Guanajuato. Como aliado de Fox, lo nombran embajador ante la Unión Europea y regresa rompiendo con Vicente y convertido en aliado de AMLO en 2006, ante lo cual pasa a las filas del Partido del Trabajo como diputado plurinominal en el 2009 para finalmente pasar a las filas de MORENA.
Incluso podemos decir que el propio AMLO ha cambiado de partido, si bien no tanto como Monreal o Muñoz Ledo, sí ha pasado del PRI al PRD y a MORENA. Marcelo Ebrard es otro personaje actual que lo mismo fue diputado del Partido Verde, que candidato del extinto PCD o Jefe de Gobierno con el PRD, ahora esperando turno para ser candidato de MORENA en 2024.
Todo esto no es más que una reflexión de hasta qué punto es válido que nuestros políticos cambien de partidos en beneficio de sus propios intereses. También resulta urgente pensar qué tan necesario es poner un candado a este chapulineo político cuando se es parte de un cargo de elección popular, ya sea para hacer que los representantes terminen el periodo para el que fueron electos, como para evitar que brinquen entre grupos parlamentarios de un día para otro.
Nota legislativa: se acerca el día del padre, un PRI abandonado por sus hijos está a la espera de ver si éstos se acuerdan de él, pero parece que ni PRD, MC y MORENA se quieren acercar de nuevo y ni sus hijos adoptados, PT y PVEM, lo visitarán pronto.