Saramago: una década sin el escritor lusitano

54

Por Arantxa Ramírez.

José de Sousa Saramago fue un escritor nacido en Portugal y hoy lo recordamos a 10 años de su muerte, causada por leucemia con la que llevaba luchando tres años.

El novelista nos dejó con grandes títulos como “Ensayo sobre la ceguera”, “El evangelio según Jesucristo”, “Ensayo sobre la lucidez”, “Las intermitencias de la muerte”, entre otras grandes obras. 

Creció en Azinhaga y comenzó su vida como cerrajero y mecánico, después personal administrativo, posteriormente editor y columnista para finalmente publicar su primera obra en 1947: “Tierra de pecado”. Optó por dejar la literatura por un tiempo ya que “no tenía nada para decir”, aunque la retomó con “Revolución de los Claveles”, hasta que en 1998 ganó el premio Nobel de Literatura. 

Diez años después, las obras de Saramago siguen vigentes, tanto está presente que pareciera que escribió el capitulo de la vida que estamos presenciando; la pandemia y sus medidas extremas, pero necesarias, me parecen producto de la genialidad antes vista en el escritor. Como si sus obras cobraran vida y ahora es nuestro momento de sacarlas de la ficción. No necesariamente para encontrar un mensaje oculto o una lección para aprender, es algo que nadie puede controlar, a menos que quien esté decidiendo nuestro destino sea el mismo escritor que nos dejó un pequeño manual de cómo sería la pandemia.

“Durante estos días no he pensado qué hubiera dicho José sobre la pandemia y el encierro. Porque ya lo dijo. Escribió Ensayo sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez. Ahí dejó claro que, en una pandemia, no hay culpables ni responsables. En una pandemia todos somos víctimas. Eso respecto a la ceguera. Y un ciudadano lúcido no deja que atropellen a su vecino, eh. Ni al negro de la esquina”, comenta Pilar del Río, la periodista y cónyuge del escritor. 

Para su funeral, Saramago fue incinerado en la capital de su país. Sus cenizas fueron esparcidas en un olivo, pero antes fue velado en la biblioteca de su hogar. El epitafio lo eligió antes de fallecer y ahora descansa con estas palabras:
“No subió a las estrellas porque pertenecía a la Tierra”, frase que tomó de su novela “Memorial del Convento.”