Jessica González era maestra recién graduada. También, era hija y tenía 21 años. Desapareció el pasado 21 de septiembre en Morelia, Michoacán, estado que ha vivido la última década sumido en una cruenta lucha detonada por el crimen organizado.
Y en pleno Día Naranja de septiembre, la Fiscalía General del Estado de Michoacán (FGE) informó que el cuerpo de la joven Jessica González Villaseñor fue hallado sin vida en una zona boscosa al sur de Morelia.
Al no regresar a su casa, luego de salir el mismo lunes cerca de las 17:00 horas, como ya es costumbre en México cada que una mujer desaparece sus amigos y familiares montaron una campaña de búsqueda y denuncia a través de redes sociales. Excompañeros de universidad publicaron miles de mensajes y daban pistas de dónde podría estar.
Lo que hasta hoy se sabe y se ha confirmado es que salió con «Diego», joven que conducía un vehículo de aplicación. Incluso, que su papá y él acudieron a declarar ante la Fiscalía Estatal para desmarcarse del hecho, argumentado que «Diego» sí se encontró con Jessica.
Incluso, han circulado versiones extraoficiales que apuntan a que el joven acudió a un autolavado para que le hicieran una limpieza profunda «sobre todo en la cajuela» del vehículo de alquiler que conducía.
La indignación es evidente y necesaria. El Gobernador del Estado, Silvano Aureoles, ha dicho que el crimen no quedará impune y se hará justicia. Un mensaje que parece una calca de otros que se han publicado en hechos similares.