El tinerfeño que viera iniciado su afecto hacia la música desde la infancia le ha dedicado su joven vida al perfeccionamiento de este arte; a la par, el gozo por la cultura ha hecho de él un músico humanamente complejo. En entrevista para IdentidadMx, Pablo Díaz conversa sobre su carrera y de paso, su participación por el programa español, Pasapalabra.
Pablo Díaz parecía destinado a desarrollarse en un entorno puramente musical. Inclusive antes de su nacimiento el contacto parecía un encuentro inevitable; la profesión de sus padres -pianistas- lo condujeron a una formación temprana a los cinco años, cuando la curiosidad lo llevó a experimentar con el violín y un año más tarde, el piano.
Sobre esto, el ahora violinista expresó sentirse agradecido con sus padres por “hacer el camino más llevadero y fácil” en el ámbito de la instrucción y apoyo recibido.
La combinación de ambos instrumentos -violín y piano- es una labor titánica, puesto que la práctica que permite la maestría requiere inevitablemente de una dedicación absoluta. Por ende, decidir entre ambas tenía una fecha marcada y a los trece años el decantarse por el violín ha traído consigo una serie de satisfacciones profesionales y personales.
Durante la conversación, el músico deja en claro que la inspiración principal han sido sus padres: la madre se ha avocado a la músico terapia y profesorado, mientras que el padre es compositor y un reconocido pianista.
En casa la diversidad musical ha sido una fuerza recurrente, que al joven de veinticuatro años le ha proporcionado una mezcolanza de inspiración al momento de componer:
“esto ha hecho que yo adquiriese información, para que a la hora de plasmarlo tenga más referencias en la cabeza y de cierta manera me sea más fácil componer. […] yo siempre digo que un compositor se hace a través de los estímulos y de la experiencia que escucha previamente.”
Explicó que el proceso de composición requiere de una esquematización previa, basada principalmente en la naturaleza de la obra -película, concierto o ciclo de música- e instrumentos involucrados. Díaz, busca un balance que sólo puede lograrse con la comunicación no verbal entre el creador y el público: una obra que conmueva y que guste por partes iguales, o como él denomina “una simbiosis.”
Claro está sin dejar de lado el estilo que ya lo caracteriza.
Los estudios formales han tenido lugar en Madrid, en Katarina Gurska y la Escuela Reina Sofía. Primero, bajo la tutela de Sergey Teslya -de quien ha sido alumno alrededor de trece años- y el último a cargo de Marco Rizzi -aprendiendo de él desde hace seis años- los cuales se han constituido como un pilar en su carrera. El músico recordó su crecimiento como violinista en ambas instituciones y el forjamiento del compromiso al dar conciertos; contando con la guía de ambos referentes musicales, no únicamente en la esfera escolar pero ahora, profesional: “ambos son muy profesionales como la copa de un pino. Me han enseñado cómo formarme […], cómo estudiar ya cuando voy por mi cuenta y no son mis profesores.”, agregó.
El intérprete español posee una faceta humanista. Su participación en conciertos benéficos incluye organizaciones como Caritas, Pequeño Deseo, Cruz Roja y Música en vena; ya sea en hospitales o áreas de bajos recursos. El voluntariado le ha proveído de gratas experiencias, en sus palabras “la música tiene un efecto muy impactante con la gente que lo está pasando mal […] tocar el violín, tocar una canción, no cuesta tanto si lo pensamos bien. Te llena muchísimo no sólo como músico sino como persona.”
Pensando sobre el futuro, Díaz espera convertirse en profesor de música: impartir clases principalmente a niños o adultos que se acercan por primera vez a este mundo. Así mismo, desea realizar composiciones para videojuegos y cine, adentrándose en la producción musical. Sobre ésta última, destacó su afición por Nintendo con una anécdota curiosa sobre sus intentos de niño por transcribir las melodías de Super Mario Bros 2; en este ámbito una de sus bandas sonoras predilectas es Donkey Kong Country a cargo del británico, David Wise y explicó que: “hoy en día la música de videojuego no es diferente a una obra orquestal.”
Respecto al cine, algunas inspiraciones incluyen las composiciones de la década de 1930-40 en el cine hollywoodense, refiriéndose en concreto a Max Steiner o Alfred Newman; el músico dijo tomar inspiración de tendencias por igual clásicas o modernas y, sobre todo, enfatizó en continuar aprendiendo de aquellas que están surgiendo, para adquirir experiencia en programas de edición en video-audio y finalmente, “encarar el futuro profesional con aceptación, aquello en lo que trabaje siempre voy a sacar el lado positivo y voy ser feliz con aquello de lo que trabaje mientras me guste.”
Actualmente, cursa su maestría en Ámsterdam con especialidad en violín, lo cual le ha dado la oportunidad de llevar paralelamente un perfil en música carnatica aplicada a música contemporánea, así como continuar su preparación en piano. Cada día aprende, interpreta y se cultiva más sobre su mayor pasión y es que es casi imposible separar la línea que lo une de la musicalidad innata.
Pasapalabra
El programa de concursos español iniciado en Julio del 2000, se ha catalogado como un predilecto entre la audiencia no sólo de España, pero también en América Latina. Con un rating y expectativa que crece cada día, ha basado su éxito en la dinámica que presenta: dos concursantes se enfrentan en cuatro pruebas que ayudan a sumar segundos para la prueba final conocida como El Rosco, donde deben acertar correctamente a 25 preguntas basadas en el abecedario. De lograr acertar correctamente el ganador/a se lleva el bote, o dinero acumulado hasta el momento, y de no haber vencedor la persona con mayores aciertos regresará al siguiente programa acumulando € 1.200, mientras que el perdedor del día deberá enfrentarse a una prueba extra, conocida como la silla azul en la emisión consecutiva.
Hasta el momento, Pablo Díaz cuenta con más de 160 participaciones en el concurso. Posicionándose como el favorito para ganar un aproximado de € 1.276.000, pero además obtener el titulo de triunfador al que tiene en la mira desde hace algunos años atrás.
El músico cuenta con tres participaciones en el programa en distintas etapas, la primera con tan sólo diecinueve años, ahí “aprendí a templar los nervios y lo que es la tele”, en la segunda ocasión “fue un baño de realidad […] iba preparado y por azares del destino sólo estuve tres programas.” Confesó haber puesto en perspectiva la derrota y trabajar la resiliencia, sabiendo que aún con la posibilidad de no ganar, existen distintas cosas importantes en su vida que lo alientan.
La tercera y actual participación la describe como apoteósica, con ocho meses y contando los que lleva participando. Decidido a estudiar seis o más horas diarias cuando se encuentra en el programa, sabiendo que no es posible bajar la guardia ya que los rivales a los que se enfrentado como Nacho, Luis o Martha son oponentes sobresalientes, en la que la rivalidad sana también implica asegurar la supervivencia cada programa: “intento estudiar diario para no perder el hábito. Esto es como el deporte, si no entrenas un día luego al siguiente te da más pereza […] tengo que ser constante.”
Sin embargo, su participación se encuentra rumbo a la recta final. Las redes sociales del programa han inundado con la posibilidad de poder verlo como el futuro ganador del bote muy pronto; y de esta experiencia, Pablo Díaz confesó llevar consigo el compañerismo que se vive, así como el aprendizaje que las pruebas le han proporcionado. Con su familia y amistades no hay más que palabras de cariño por el ánimo y apoyo en todo momento “tener a gente que te quiere y que está tan volcado en ti, ayuda. Tengo mucha suerte.”
A los fanáticos del programa agradece el apoyo al sintonizar Pasapalabra, para verlo acertar palabras en la prueba final. Declaró su esperanza de hacer pasar un buen momento a la audiencia, entretenerlos y por supuesto reconocer que gracias a ellos el programa funciona tan bien: “esperemos que Pasapalabra siga muchos años más.”
Pablo Díaz: un oponente digno y sin duda alguna, un músico a tener en la mira.