Empieza una nueva revolución cubana
Después de la muerte de Fidel Castro en 2016, el retiro de Raúl, de 89 años, Cuba podría vivir una nueva revolución, en donde la mayoría de la población no ha conocido a otra familia dirigente que no fuera la de los conocidos mandatarios.
En un Congreso del Partido Comunista en Cuba, Raúl Castro sorprendió y anunció el viernes que abandonaba el cargo de primer secretario del único partido político permitido en Cuba. En las declaraciones que fueron televisadas en canal estatal cubano Castro dijo que confiaba en que la nueva generación de funcionarios. Fue despedido con una ovación de pie que duró varios minutos.
Raúl también expresó que seguirá luchando por la revolución cubana. Además dejó claro que no existe un «motivo» para retirarse y el Congreso seleccionará un reemplazo en un plazo de cuatro días por lo que la salida de Castro será efectiva hasta el lunes.
Cumplí con la patria: Castro
“En lo que a mí se refiere concluye mi tarea como primer secretario al comité central del PCC con la satisfacción de haber cumplido y la confianza en el futuro de la patria… Con la meditada convicción de no aceptar propuesta para mantenerme en los órganos superiores de la organización partidista en cuyas filas continuaré militando como un combatiente revolucionario”, añadió Castro durante el informe de apertura del VIII Congreso de la organización.
En la entonces presidencia demócrata de Barack Obama en Estados Unidos Castro logró calmar las tensas relaciones entre Estados Unidos y Cuba. Sin embargo, todo «volvió a la tensa normalidad» con la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense. Lo hizo como muchos de sus antecesores: imponiendo estrictas sanciones económicas contra Cuba.
Reacciones en Estados Unidos
“Independientemente de la administración que tengamos, republicana o demócrata, es un buen momento para comprometernos… Beneficia al pueblo cubano y ejerce una presión sobre el gobierno cubano que no existe cuando tratamos de aislarlo”, expresó el exsenador, Jeff Flake (R-AZ), partidario republicano que no se molestó por presionar para mejorar las relaciones diplomáticas y que se reunió con Raúl Castro durante varios viajes a Cuba.
Frente a la incertidumbre, los ciudadanos cubanos esperan ser testigos de un histórico cambio de guardia durante el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba, el órgano supremo del único partido político permitido en la silla.
El congreso que se celebró el pasado viernes tenía como función primordial conmemorar el aniversario número 60 de la victoria de Cuba frente a la invasión de la Bahía de Cochinos por parte de miembros de la CIA. Pero el fin fue otro.
Adiós a los Castro
La partida de Raúl Castro marca el fin de una era en donde un solo apellido ha liderado la Isla. Alejandro, el hijo de Raúl Castro, es coronel del Ministerio del Interior de Cuba, y su hija Mariela dirige un centro gubernamental que promueve los derechos LGBTW. Su yerno, el general Luis Alberto Rodríguez López-Callejas, dirige una empresa militar en expansión que controla hoteles, marinas y proyectos de infraestructura estatales, pero mantiene un perfil público bajo.
Independientemente de que existan algunos familiares ejerciendo un poder que parecía no tener fin en Cuba, una vez que termine el Congreso nadie con el apellido Castro ocupará una posición de liderazgo de alto nivel por primera vez en más de 62 años.
¿Una nueva dinastía político-revolucionaria?
Cuba es uno de los lugares del mundo que no ha sufrido un cambio estructural desde el final de la Guerra Fría. Sin embargo, con la renuncia de Raúl Castro, la renovación cae sobre los hombros del presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel.
Díaz-Canel lideró gobiernos locales en dos provincias antes de volverse en Ministro de Educación Superior, luego en vicepresidente y ahora en el primer presidente cubano nacido después de la revolución de 1959 pero aún abierto partidario de la ideología de que el estricto control estatal de la economía es el mejor camino para Cuba.
Ciudadanos que laboran dentro del sector privado de Cuba se quejan abiertamente de la lentitud de las reformas. Los artistas hartos de la censura oficial junto a los activistas que presionan por una legislación que proteja los derechos de los animales, han utilizado el acceso a las redes sociales para publicitar pequeñas protestas que hubieran sido imposibles hace unos años.